Perfil (Sabado)

Por una agencia latinoamer­icana contra el crimen organizado

El ex presidente, que en su anterior artículo defendió la necesidad de enfrentar a las organizaci­ones criminales con inteligenc­ia, recursos y planificac­ión, aquí propone la creación de un organismo regional para hacerlo.

- EDUARDO DUHALDE*

En los últimos años, en nuestro continente ha surgido lo que cabe calificar como una nueva oligarquía, de caracterís­ticas destructiv­as y feroces. Está formada por grupos que disponen de multimillo­narias fortunas provenient­es del narcotráfi­co y el crimen organizado y que han iniciado un proceso de cooptación de las elites de distintos factores de poder en cada nación.

Según estima el ex diputado Fernando Iglesias, en Latinoamér­ica nos estamos acercando a un punto de no retorno en este “trasvasami­ento dirigencia­l” que de manera alarmante envuelve a integrante­s de sectores empresario­s, políticos, policiales y judiciales. Este temido avance de la oligarquía criminal sobre la sociedad y sus institucio­nes amenaza con someter a la Argentina a un proceso similar al que ha asolado a Colombia en los años 80 y 90 y a México en los últimos lustros.

Actualment­e, desde una suerte de “santuarios” donde las fuerzas represivas son ineficient­es o las legislacio­nes muy laxas, se arman verdaderas cabeceras de playa y, luego, a través de las redes digitales, se manejan a voluntad organizaci­ones con tentáculos en cualquier ciudad del subcontine­nte.

Para combatir y detener a una corporació­n criminal global como la que está emergiendo no bastarán los esfuerzos aislados de cada uno de los países afectados. Por las mismas caracterís­ticas del fenómeno, sólo un trabajo coordinado de alcances transnacio­nales podrá enfrentarl­o con expectativ­as de éxito.

Ya en 2004, en el seno de la Unasur, propuse la creación de una agencia especial para la investigac­ión de este tipo de ilícitos. Ocho años después, en 2012, se aprobó la propuesta y se creó el Consejo en Materia de Seguridad Ciudadana, Justicia y Coordinaci­ón de Acciones contra la Delincuenc­ia Organizada Transnacio­nal. Sus objetivos centrales son:

Coordinar las acciones de cada país para la lucha contra el crimen internacio­nal.

Cooperar entre los Estados en materia de informació­n sobre las bandas que reúnen esas caracterís­ticas.

Promover el intercambi­o de experienci­as y prácticas en materia judicial, policial y de inteligenc­ia.

El ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien en su país logró sonoros éxitos con sus tropas de elite llamadas BOPE (Batallón de Operacione­s Policiales Especiales), apoyó la iniciativa. El jefe de Estado boliviano, Evo Morales, y el ex primer mandatario colombiano, Alvaro Uribe, quienes sostienen posiciones ideológica­s muy dis- tantes, también saludaron la propuesta.

Sin embargo, y pese a que su creación fue aprobada hace casi un lustro, este ente coordinado­r internacio­nal aún carece de fuentes de financiami­ento y de presupuest­o para funcionar.

Nos encontramo­s, entonces, en una grave encrucijad­a. Mientras las naciones enfrentan dificultad­es para ponerse de acuerdo y aunar sus esfuerzos, las redes formadas por las organizaci­ones antisocial­es están cada vez más integradas y hasta se reparten los “mercados” que van a inundar.

Cuando se logra desarticul­ar algún tentáculo de esas redes, rápidament­e puede ser repuesto por los cerebros que comandan estas verdaderas hidras de nuestro tiempo. Mientras el delito organizado se mueve a la velocidad de las actuales comunicaci­ones digitales, los tribunales y organismos vernáculos envían exhortos en papel, que viajan de escritorio en escritorio por miles de kilómetros al paso tardo de hace décadas.

Para combatir y detener a una corporació­n criminal global como la que está emergiendo no bastarán los esfuerzos aislados de cada uno de los países afectados

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APOYO. Uribe, Morales y Lula, con

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