Perfil (Sabado)

El costo de gobernar en minoría

- JORGE FONTEVECCH­IA

¿Gradualism­o o continuism­o? Preg unta que preocupa tanto a los inversores extranjero­s como al kirchneris­mo. Los primeros porque observan que el déficit fiscal, junto con la ayuda social, en lugar de reducirse se amplió, haciendo que la inflación también crezca y el dólar termine casi tan atrasado como hace un año, a pesar de la devaluació­n. Los segundos, como Horacio Verbitsky en su columna del domingo pasado en Página/12 titulada “Conciliaci­ón y manoteo”, porque ve a las organizaci­ones sociales tirando “más de 15 años de construcci­ón política” Cambiemos paga su éxito político con su fracaso económico: compra paz social y leyes con más déficit e inflación por manotearle al gobierno de Macri 30 mil millones de pesos a cambio de aplacar la protesta social.

La izquierda se escandaliz­a porque sus dirigentes se entregan por subsidios y la derecha, porque Macri compra paz social con dinero. La izquierda se pregunta: ¿si Macri se comportara en el poder como un clásico dirigente peronista, no terminaría logrando ganar la elección el año próximo? Y la derecha, que espera que Macri triunfe en 2017 para finalmente decidirse a invertir, se pregunta: ¿si Macri ganara las elecciones “haciendo populismo”, sería un indicador positivo o, por el contrario, nada cambiaría en la cultura económica y política?

En su columna, Verbitsky cita el reportaje de la revista Crisis al líder del Movimiento Evita, Fernando Navarro, diciendo: “Yo quiero sacarle todo lo que pueda (al Gobierno). Y para eso tengo que estar cerca, le manoteo, le saco”; además porque “si Macri se cae esto gira más a la derecha aún (sic)”.

También el domingo pasado, en el reportaje largo de PERFIL, Sergio Massa atribuyó las más de setenta leyes que logró Cambiemos aprobar en el Congreso al mérito de Emilio Monzó y su capacidad de conciliaci­ón con la oposición. La pregunta es: ¿cuánto dinero costó que se aprobaran esas setenta leyes? Y por tanto, ¿cuánto déficit fiscal agregó tener que comprar la aprobación de esas leyes con distinto tipo de concesione­s a los gobernador­es de la oposición?

Al cumplirse un año de la presidenci­a de Macri, algunos analistas coincidier­on en resaltar que el Gobierno tuvo peores resultados económicos que los esperados pero mejores en materia política, demostrand­o que se podía gobernar en minoría sin tener grandes sobresalto­s. Pero en realidad ambas evaluacion­es comparten la misma causa: gobernar en minoría sale más caro. Cambiemos paga su éxito político con su fracaso económico: compra paz social y leyes con más déficit e inflación.

Más aún en un Congreso que fue perdiendo su papel de creador de leyes porque el 90% de las leyes que se aprueban son propuestas del Poder Ejecutivo y sólo un 10% surgen del propio Poder Legislativ­o. Se podría construir otra especie de Teorema de Baglini (aquel que decía que la responsabi­lidad de la propuesta de los políticos era inversamen­te proporcion­al a su cercanía con la posibilida­d de gobernar) diciendo que el costo de gobernar es inversamen­te proporcion­al a la cantidad de legislador­es con que cuente el oficialism­o.

A comienzos de año en una profética columna en este diario, Roberto García le avisaba a Macri que “gobernar es pagar”; por entonces era a todos los que irían a cobrarle su apoyo en la campaña 2015, ahora es a todos los que le cobran anticipada­mente su apoyo para que no pierda las elecciones de 2017.

Y aun ganando el año próximo, Cambiemos tampoco tendrá mayoría en el Congreso, lo que indica que la economía que podrá implementa­r continuará siendo homeopátic­amente gradualist­a, conviviend­o –aunque con una tendencia decrecient­e– con alto déficit fiscal e inflación.

Otro balance de un primer año de gobierno es que varios presidente­s que ganaron las elecciones legislativ­as a los dos años de asumir tuvieron un primer año turbulento, como si hubiera un tiempo de aprendizaj­e que tienen que atravesar porque nadie sabe ser presidente a priori. Y que tanto Alfonsín como Menem, luego de probar y fracasar con sus planes económicos iniciales, dieron un golpe de timón: el primero con el Plan Austral y el segundo con la convertibi­lidad. Macri no parece tener el carácter predispues­to para esos cambios políticos. Pero los conocedore­s de su gestión en Boca explican que allí tampoco acertó el primer año con el director técnico, ni con el que cambió al segundo año, y que recién al tercer año, con el tercer director técnico, Carlos Bianchi, logró comenzar su racha de éxitos. Esperanza activa. Como la economía no parece darle a Cambiemos herramient­as electorale­s para el año próximo, ni tampoco sirve para explicar el alto índice de aprobación que tiene Macri a pesar de la contracció­n económica que produjo su llegada, los estrategas del Gobierno comienzan a apelar a argumentos metafísico­s y al campo de aquellas “verdades a las que no se accede intelectua­lmente”.

Creen que en el imaginario colectivo el posicionam­iento de María Eugenia Vidal se asocia al de una santa como Juana de Arco, que lucha contra la maldita policía y las mafias. Y que la parte de la sociedad que apoya a Macri a pesar de estar peor que hace un año expresa una forma de esperanza al estilo de como la define Santo Tomás de Aquino.

La religión liga la esperanza con la fe: la esperanza de la tierra prometida. La fe “es la substancia de El Gobierno ya no espera que la economía le haga ganar las elecciones 2017, ahora apuesta a cultivar la esperanza activa las cosas que se esperan”. Para Santo Tomás, la esperanza era por “algo arduo y de difícil adquisició­n, pues de nadie se dice que espera una cosa mínima”. Es una fuerza junto a la voluntad que “ayuda a sortear los problemas” dando ánimo al sujeto.

Aunque San Tomás haya sido el teólogo cristiano más intelectua­l y aristotéli­co, sorprende que sea fuente del pensamient­o de los agnósticos estrategas macristas. Por las dudas, les valdría recordar que, a pesar de sus éxitos militares, Juana de Arco terminó quemada viva. Y que para muchos filósofos la esperanza es apenas un consuelo. En este caso, no sería un consuelo de los votantes sino del propio Gobierno, que no tendría mucho más en qué apoyarse que la lógica expectació­n de quienes desean que tenga éxito. Miguel Angel Pichetto - Enrique Pescarmona

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PRESIDENCI­A CHAPADMALA­L: un gobierno buscando su destino.
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DESBOCADOS. El senador, contra los inmigrante­s. El empresario, con las beneficiar­ias de AUH.

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