El héroe que enfrentó a las empresas
SULLY, HAZAÑA EN EL HUDSON Título original: Sully Director: Clint Eastwood Guión: Todd Komarnicki Intérpretes: Tom Hanks, Aaron Eckhart, Laura Linney, Anna Gunn Origen: Estados Unidos (2016) Duración: 96’
Es probable que Clint Eastwood, a sus 86 años, sea una de las figuras más fascinantes del mundo del espectáculo. Pésimo actor, con sólo un gesto posible delante de las cámaras, es a la vez un director exquisito, clásico si se quiere, que ha sabido convertirse en insoslayable para el cine. Eastwood también es dual en lo ideológico. Afiliado al Partido Republicano, es posible recordar el papelón que hizo en una convención del partido cuando simuló una entrevista a un Barack Obama ausente; pero al mismo tiempo que pertenece a la derecha, posee una honestidad muy poco frecuente para criticar cuestiones que se mantienen intocables para sus colegas de ideas políticas. En ese sentido, Sully, hazaña en el Hudson es un gran ejemplo de esa honestidad y esa franqueza que no suelen abundar en el mundo, y mucho menos en el del cine, como podrá comprobarse en pocos días con el arribo del Snowden, de Oliver Stone.
En su último opus, Eastwood se focaliza en lo ocurrido el 15 de enero de 2009 con el vuelo 1549 de US Airways, cuando a poco de despegar de La Guardia, tras un desperfecto en los motores fruto de una bandada de pájaros que se metió en las turbinas, el piloto Chelsey “Sully” Sullenberger consiguió el milagro de acuatizar en el río Hudson –sin que muriese nadie en el avión– y, fundamentalmente, Eastwood pone su atención en los días posteriores, cuando al mismo tiempo que la opinión pública y los medios trataban a Sullenberger como un héroe, la compañía de aviones, en vez de felicitarlo, trataba de que cargara con la culpa del accidente para abaratar sus costos de seguro. Transforma, así, el relato de la hazaña de un hombre contra un infortunio en la hazaña de un hombre contra corporaciones desalmadas. Y, de paso, Eastwood incluso da cuenta de cómo ese hombre, ese trabajador capaz de salvarles la vida a todos sus pasajeros, vive en condiciones económicas complicadas. En otras palabras: aseveraciones extremadamente infrecuentes para alguien de derecha.
En el rol del Sully del título, Tom Hanks entrega lo que sabe y nos deleita: una actuación de una naturalidad extraordinaria, que sabe alternar entre la humildad con que explica los hechos, la desesperación y la angustia por considerar injus- to que lo traten como héroe y dudar de sí mismo, la firmeza y, por qué no, la furia cuando comprende que la compañía para la que trabajó está tratando de perjudicarlo. Un héroe con matices, que emociona en su humanidad. Algo que, lamentablemente, tampoco abunda.