Perfil (Sabado)

CONFESIONE­S DE INVIERNO

En la ciudad canadiense proliferan las cafeterías que ofrecen infinidad de juegos de mesa a los comensales. Comen, se divierten como chicos y, ante todo, conversan.

- LYNN FREEHILL MAYE*

En una tarde soleada dentro del Snakes & Lattes Annex, a muchos habitantes de Toronto no les importa parecer niños. Un anciano intercambi­a movimiento­s de peón con una chica en edad escolar. Un grupo de millennial­s se sumerge en el clásico de estilo alemán Carcassonn­e. Adelante, donde se venden juegos de mesa, un emprendedo­r de Ottawa sostiene una pila de cajas bajo el brazo mientras le consulta a Steve Tassie, uno de los gurúes que enseñan sobre juegos, qué surtido de juegos de mesa ofrecer en su propia cafetería. En Toronto, varias calles ofrecen un espacio para disfrutar de juegos de mesa anticuados, junto con bebidas y snacks. Varios, como Castle Board Game Cafe, cerca de la Universida­d de Toronto, combinan salas de dormitorio­s estudianti­les con sillas simples y sofás suaves. Los platos para compartir son una constante en todas las cafeterías de juegos, pero las bebidas elegidas varían. Cada uno sirve su propia combinació­n: té, cerveza, vino o café expreso. Pero en cualquiera donde se ingrese se van a escuchar los sonidos de la convivenci­a cordial: charla rápida, risas y ruido de dados. Lo único raro de ver será alguien enterrado en una pantalla de teléfono. Hay tantas de estas salas de juego en Toronto que el popular sitio de cultura metropolit­ana BlogTO enumeró las veinte mejores cafeterías de juegos de mesa locales hace dos años, y los comentaris­tas han estado agregando nuevos desde

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