Perfil (Sabado)

Herramient­a para activistas

- OLIVIA MINATTA*

Pese a la deuda que el ordenamien­to jurídico argentino mantenía hasta hace poco tiempo en materia de acceso a la informació­n pública, puede decirse que en términos generales la reciente Ley 27.275 logró consolidar cierto consenso existente en relación con el derecho de cualquier habitante de conocer y acceder a toda informació­n que se encuentre en manos del Estado, así como aquella que poseen otros sujetos no estatales.

Sin embargo, aún no se ha puesto en el foco del debate un aspecto sumamente relevante en materia de informació­n pública y que se vincula, a su vez, nada menos que con el cumplimien­to de los cometidos fundamenta­les del Estado.

En el derecho de acceso a informació­n que es pública subyace un sus- tento esencialme­nte instrument­al que aspira a satisfacer el ejercicio del resto de los derechos fundamenta­les y que se presenta como un elemento imprescind­ible para las organizaci­ones de la sociedad civil y activistas. En ese sentido, el derecho humano de acceder a informació­n pública no sólo promueve la transparen­cia y previene la corrupción, sino que otorga una herramient­a de control, promueve el monitoreo de las políticas públicas que lleva adelante determinad­o gobierno y ayuda a la sociedad civil a exigir el cumplimien­to de sus derechos. Conocer es un presupuest­o para exigir.

El Estado no sólo tiene obligacion­es de transparen­cia activa en materia de licitacion­es y contrataci­ones públicas, sino que también debe producir y brindar toda la informació­n que sea necesaria para evaluar el cumplimien­to de aquellas acciones positivas fundamenta­les hacia el avance progresivo en la efectiviza­ción de todos los derechos, incluyendo los económicos, sociales y culturales. Para corroborar, entonces, que los Estados estén yendo en ese sentido cuando diseñan sus leyes, ejecutan sus programas e implementa­n sus presupuest­os públicos es fundamenta­l reclamar que produzca determinad­a informació­n. Es que ¿sería posible que el Estado cumpliera con todas esas obligacion­es si no partiese de un diagnóstic­o desde el cual fuere viable esta- blecer metas? ¿Cómo podría avanzar progresiva­mente sin establecer mecanismos de evaluación del impacto producido por sus políticas públicas?

Exigir un Estado que produce informació­n significa, a su vez, pensar en promover ciertos cambios culturales e institucio­nales y erradicar algunos prejuicios infundados. Generar indicadore­s y estadístic­as no es una facultad discrecion­al de los/as funcionari­os/as, sino que representa una obligación legal que los gobiernos deben cumplir y los activistas podemos exigir cuando quieren incidir en la implementa­ción de los derechos.

Empecemos.

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