Sutil diferencia entre héroe y acto heroico
SNOWDEN Título original: Snowden Dirección: Oliver Stone Intérpretes: Joseph Gordon-Levitt, Melissa Leo, Tom Wilkinson, Nicholas Cage, Zachary Quinto y otro Origen: Estados Unidos (2016) Duración: 117’
Alo largo de su carrera Oliver Stone dejó en claro la voluntad política de su obra, y por sobre todas las cosas tuvo la honestidad intelectual de aclarar por quiénes tomaba partido, como para que el espectador supiera hacia dónde podía dirigirse el recorte de la realidad. Eso no quita que, formado en Hollywood como está, en determinados momentos pueda resultar irritante la forma en que construye sus héroes, en su mayoría seres presentados como poseedores de bondad absoluta.
Y ése es el mayor problema de Snowden, la película sobre el analista informático de la NSA que terminó por develar la forma en que violaban la intimidad de los ciudadanos nor teamericanos –porque se sabe que si son extranjeros, como también ocurre y se muestra en el film, no hay ningún problema–. El Edward Snowden de Oliver Stone es una persona de principios éticos firmes, cuyo patriotismo entra en crisis al descubrir que en la agencia donde trabaja ni siquiera esperan autorización del sistema judicial (secreto) para realizar las escuchas. Es también un novio devoto, que siempre cuida a su pareja, y si entra en una crisis de celos es por la paranoia que le inculcan en su trabajo, no porque él sea inseguro. Y si comienza a tener epilepsia a los veintitantos años nadie se detiene (en la película) a señalar que es algo extremadamente inusual salvo en serios cuadros de histeria, o si toma una medicación indicada en la mayoría de los casos para los bipolares directamente se dice que es para los epilépticos porque, bueno, Snowden tiene que ser perfecto. O algo así.
Lamentablemente, Stone pareciera ignorar que una cosa es un acto heroico –como lo es haber arriesgado la propia vida para dar a conocer ilícitos del Estado– y otra es el héroe. Este último es un tipo que está siempre preparado para las peores contingencias –como Bruce Willis en Duro de matar, o Batman, o los cowboys de las películas del Oeste–. El acto heroico, en cambio, en la mayoría de los casos sucede gracias a una persona común, con sus miserias, con sus oscuridades, que en una situación límite, vaya uno a saber por qué, decide hacer lo correcto.
Y la humanidad es justamente eso. Esa misma humanidad a la que el cine de Stone parece renunciar.