El arte, bajo la lupa de Tom Ford
El texano Tom Ford es conocido por su papel de diseñador de ropa. Convertido en cineasta, dio el film Sólo un hombre, con Colin Firth y Julianne Moore, más logrado que el actual.
Acá no se entiende bien por qué, mientras se exhiben los títulos y cuerpos técnicos de la película, unas muy desagradables fotos de una mujer gorda –no al estilo Botero que son mucho más armoniosas y bellas–, con colgajos de carne y desnuda baila sobre un terciopelo rojo. Poco después nos enteramos que esos cuadros y esculturas pertenecen a una exposición, ya que la protagonista, papel que hace Amy Adams, es dueña de una sofisticada galería de arte en Los Angeles. Bien se sabe que el culto a considerar el feísmo como algo bello y adosarle una cuota de perversión, son pa- trimonios del arte moderno y sofisticado. Quizás con estos elementos puestos en juego de entrada, Tom Ford quiso comenzar a mostrar lo que esconde Susan, la protagonista, debajo de su elegancia. Y a la que su ex marido Tony le tiene reservada una novela que le envió por correo y que se la dedica, en la que esconde ficcionalmente parte del pasado de ambos, pero que ella en particular quiso olvidar. La película se apoya en dos instancias. El presente de Susan, cuando recibe la novela en su casa con una tarjeta del ex marido escritor, que le dice que va a estar en Los Angeles y le gustaría verla, y un pasado ficcional en el que cobran vida los personajes de la novela, que aluden a la historia de años atrás, de Susan, su hija India y Tony. Con aristas más dramáticas e interesantes en la parte que corresponde a ilustrar el pasado a través de la ficción, que el presente que vive Susan, el relato de Ford se zambulle en un clima de venganza.