“Soy un ciudadano casa no está en un solo siti
El actor emblemático de la cultu que se nacionalizó ruso por con que no siente apego por su país a directores galos. Los días 17 y 18 el Teatro Colón Borges. Cre generan u
Hay un gesto de fetiche en la ocasión: ver, escuchar, casi tocar al mito. Se trata de la posibilidad de volver tridimensional a uno de los íconos vivos de la actuación en la pantalla. Para la mayoría de los argentinos, que no han tenido la oportunidad de experimentar la cercanía física de Gérard Depardieu, los días 17 y 18 de diciembre serán una cita excepcional. La performance será en el Teatro Colón, como parte de una gira sudamericana –el 14 y 15 de diciembre, por ejemplo, serán las funciones en Perú– que permite conocer al actor asociado al cine europeo, pero en este caso, en su faceta teatral. Así, pues, será la posibilidad de acercarse a esta suerte de ídolo, que en su larga y prolífica trayectoria ha llegado a estrenar cuatro, cinco películas por año, en las que ha encarnado desde clásicos de Molière, Shakespeare y Edmond Rostand hasta policiales y cómics, como Astérix.
Como parte de una producción de TexoArt, a cargo de Ernesto Texo y Federico Caretti, en el escenario del coliseo porteño Depardieu unirá textos y música. Una orquesta en vivo incluirá a los pianistas franceses David Fray y Emmanuel Christien, y a dos argentinos: la violinista Erica Di Salvo y el bandoneonista Federico Pereiro. El espectáculo se anuncia bajo el género de biopic, puesto La Argentina ya lo vio pasar. En octubre de este año, Gérard Depardieu estuvo en nuestro país. Vino para filmar Sólo se vive una vez, coproducción argentinoespañola dirigida por Federico Cueva, con la China Suárez, Luis Brandoni, Peter Lanzani, Pablo Rago y Darío Lopilato. Entonces, se lo pudo observar más corpulento que nunca y casi permanentemente sent ado. Ese Depardieu, de 67 años, es el mismo que encarnó a galanes, villanos, seductores, y que tuvo una vida de goce y de dolor. En su autobiografía, coescrita con Lionel Duroy y publicada en 2014 ( Ça s’est fait comme ça, es decir, “Esto se hace así”), confiesa que su madre había pensado abortarlo (“escapé a las agujas de tejer”). Este duro i nicio se sigue con anécdotas en l as que reconoce ha- berse prostituido y haber sido ladrón. En tanto padre, no pudo evitar que su hijo Guillaume (1971-2008), también actor, tuviera una muerte trágica asociada a excesos y adicciones: “Guillaume estaba en el frente; yo no supe advertir el peligro”. Con esa franqueza, también supo alejarse de Francia en 2012 por desavenencias con el sistema impositivo que se aplicaba sobre su inmensa fortuna; renunció a la ciudadanía francesa y adoptó la rusa. Pero eso es el hombre de carne y hueso. El otro es el que filmó bajo la dirección de genios como François Truffaut ( La mujer de al lado, El último subte ), JeanLuc Godard ( Bien por mí ), Kenneth Branagh ( Hamlet) y Ettore Scola ( Competencia desleal ). Cyrano de Bergerac le granjeó una candidatura al Oscar, pero la Academia nunca le dio uno efectivamente. Entre el sarcasmo y la risa, entre la tragedia y la comedia, es la nariz inconfundible, el gesto preciso, tanto en papeles protagónicos como secundarios, en películas como Life of Pi ( Una aventura extraordinaria), Paris je t’aime, El placard, El hombre de la máscara de hierro, El conde de Montecristo, Germinal, Todas las mañanas del mundo… Este hombre de múltiples máscaras es también un amante de los vinos y la gastronomía. Desarrolló su propio restaurante en París, publicó libros de cocina, tiene su propia finca e incluso en la ficción, en Grenouille d’hiver, su personaje es un vitivinicultor. Sobre este tema que tanto lo apasiona, ha declarado: “La vid tiene una belleza especial, porque en el exterior de la tierra, antes de que las hojas nazcan, uno tiene la impresión de que son ramas muertas, pero en realidad la savia está trabajando adentro y luego, de repente, explota en primavera”.