Perfil (Sabado)

Ricardo Piglia, el narrador que amó escribir y pensar hasta el último aliento

El escritor falleció a causa de un paro cardíaco. Referente indiscutib­le de la literatura argentina de las últimas décadas, desde hacía unos años padecía Escriben León, Link y Genovese.

- GONZALO LEON

Hace un año se daba a conocer que Ricardo Piglia sufría una enfermedad degenerati­va llamada esclerosis lateral amiotrófic­a (ELA) y que la prepaga a la que estaba afiliado se negaba a pagar el tratamient­o con una droga experiment­al, que era la única que le daba alivio y gracias a la cual presentó una mejoría, como señaló en su momento su pareja, Beba Eguía. La ELA provoca una parálisis muscular progresiva y hace que los pacientes vayan perdiendo peso hasta su muerte, pero gracias a la droga Piglia había ganado peso, por lo que Beba tenía esperanzas: “Para que continúe así, no hay que interrumpi­r el tratamient­o, y por eso necesitamo­s obtener las dosis que faltan”. Sin embargo, el tratamient­o costaba cien mil dólares. Sus amigos empezaron una campaña en Change.org para que la prepaga costeara el tratamient­o y se lograron 124 mil firmas, pero como se sabe, las iniciativa­s de Change.org no son vinculante­s ni tienen peso judicial.

La enfermedad no detuvo al Piglia escritor y este año apareciero­n dos títulos: Las tres vanguardia­s (Eterna Cadencia) y la segunda parte de Los diarios de Emilio Renzi (Anagrama). El primero es un seminario que dictó en la UBA en 1990 y si bien trata de Saer, Puig y Walsh, casi cien páginas están dedicadas a la literatura argentina, establecie­ndo los ejes por donde se mueve (tradición y vanguardia) y haciendo una caracteriz­ación de la novela argentina surgida, según él, a partir de la publicació­n del Museo de la novela de la Eterna, de Macedonio Fernández. Para Piglia, la tradición no es otra cosa que el contexto en el que se lee y agrega, citando a T.S. Eliot, que no hay escritor que no la tenga. “El debate sobre la tradición”, concluye, “es un debate sobre la poética, sobre el modo en que se define el lugar desde el cual se escribe”. De este modo lectura y escritura se unen. Como contrapart­ida, la vanguardia “construye una tradición y destruye otra”.

Piglia detectó un fin de ciclo en 1967 con la publicació­n del Museo de la novela: “Colocar a Macedonio en ese lugar central es replantear los debates sobre la novela que se dan en el presente. Macedonio Fernández es el primero que se propone una teoría de la novela, el primero que tiene conciencia de la necesidad de definir el género”. Este momento o ciclo estaría signado por muchas de las caracterís­ticas de esta novela, que se está permanente­mente anunciando a través de una serie de prólogos, es decir, es una novela de futuro, que está siempre por llegar y que nunca tiene fin porque no comienza del todo. Esa concepción precisamen­te la llena de vanguardia. Es lo que Damián Tabarovsky llamó en Literatura de izquierda contracano­n.

Piglia no podía dejar de reflexiona­r o más bien su escritura reflexiona­ba como si no pudiera expresarse de otro modo. En la segunda entrega de Los diarios de Emilio Renzi escribe algo casi profético, que bien podría haber sido reescrito bajo la influencia de su enfermedad: “Siempre he tenido miedo de pensar hasta el fin, por precaución, ante los efectos que el pensar podría tener en mi cuerpo. Para evitar el dolor, esquivo todo pensamient­o de mí”. Pero no puede dejar de pensar y piensa en ese recomienzo que es la vida, en ese despertar de todos los días: “La vida es un impulso hacia lo que todavía no es, y, por lo tanto, detenerse a narrarla es cortar el flujo y salir de la verdad de la experienci­a”. No se puede detener el presente para contarlo porque, si lo hiciéramos, ese presente se nos escaparía; contar el presente es como tomar agua con las manos, siempre se nos va a escapar más de lo que tomamos. Y sin embargo, escribió sus Diarios, o más bien los reescribió para suerte nuestra.

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FOTOS: CEDOC PERFIL MOMENTOS. Arriba: en uno de los programas televisivo­s en los que enseñó sobre Borges. Izq.: al recibir el Premio Rómulo Gallegos en 2011; y una escena de Plata quemada, basada en su novela.
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Fue autor de cinco novelas, tres libros de cuentos, seis ensayos y una novela corta. El año pasado publicó
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Los años felices,
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LEGADO.
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la segunda parte de Los diarios de Emilio Renzi.

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