Interminable, ilógica y muy cursi
Es increíble que aún se recuerde el film de Kubrick 2001: Odisea del espacio (1968) como uno de los hitos de la ciencia ficción. De lo último rescatable del mismo género, tal vez Interestelar (2014).
La actual generó expectativa: cinco mil personas transportadas desde la Tierra en una gigantesca nave, en estado de hibernación, con el fin de que cien años después des- pierten en un planeta colonia llamado Homestead II, y una pareja que despierta antes, debido a una falla mecánica, permite a un relato de ciencia ficción ahondar en varios temas. Pero al neoyorquino Jon Spaihts ( Doctor Strange) sólo se le ocurrió contar un drama romántico, con todos los clichés posibles.
En el medio, corridas por largos pasillos, nadar en una piscina soñada o simplemente hablarle a una pantalla y que ésta responda lo que no se le pregunta. A esto se suma que al guionista se le ocurrieron diálogos cursis, al estilo de manual de autoayuda, como decir: “Si estás incómodo aquí, es porque lo estarías en cualquier parte; sólo debes encontrarte a ti mismo”, o criticar el millonario negocio de los que quieren viajar a colonias fuera de la Tierra.
La pregunta es: si Pratt pudo rescatar a Lawrence de una cápsula de hibernación, ¿por qué no rescató a los otros y hacían una fiesta? No tiene explicación, como tampoco mostrar la diferencia de clases –a ella se le permite un desayuno variado porque, según parece, abonó más caro el pasaje, y a él sólo un café y un cereal–.
Con saltos narrativos, secuencias discontinuas que resultan tediosas, el film sólo se salva por Jennifer Lawrence y un tibio Chris Pratt, que acá, a pedido del director, luce sus glúteos de gimnasio.