Se parece más a Margaret Thatcher que a Ronald Reagan
Mientras la primera ministra británica, Theresa May, se convierte en la primera líder extranjera en visitar al presidente Trump, es un buen momento para considerar que Margaret Thatcher, mucho más que Ronald Reagan, es el verdadero ejemplo para la presidencia de Trump. Cambio dramático. El discurso inaugural de Trump el viernes pasado tuvo el tono sincero y polémico igual a un discurso de Thatcher. El presidente fue claro en que él representa un cambio dramático y valiente y que él miraba su triunfo electoral como un triunfo para los estadounidenses.
El discurso de Trump no fue diseñado para reconciliar la estructura de poder en Washington. Sin embargo, fue una declaración de lealtad hacia los americanos en contra de esa misma estructura de poder. En este reto directo al poder e ideología, Trump se parece mucho más a Thatcher que a Reagan.
De la Unión Soviética a Rusia. Reagan estaba enfocado en romper el poder de la Unión Soviética, no en romper el po- der de corrección política y los medios elitistas que han dominado los Estados Unidos. Ellos temían a Reagan, pero no estaban enfurecidos por él.
Trump es una amenaza mortal y directa a las estructuras de poder y la ideología de la izquierda. La izquierda lo sabe y está respondiendo, al igual que la izquierda británica le respondió a Thatcher. Los fascistas jóvenes y liberales rompiendo ventanas e intimidando a los seguidores de Trump el día de la ceremonia inaugural demostraron un tipo de hostilidad que Thatcher provocó con la izquierda.
Los congresistas demócratas decidieron adoptar una pura negatividad y tácticas de oposición mucho más parecudas a la reacción del Partido Laborista a Thatcher que la estrategia más compleja del ex presidente de la Cámara de Representantes Tip O’Neill hacia Reagan. Un tercio de los congresistas demócratas votaron por el programa económico de Reagan en el verano del 1981. Es difícil imaginar eso pasando en la Cámara de Representantes hoy.
Como Thatcher, Trump está enfocado en destruir la legitimidad moral de la izquierda y romper el poder del “establishment” en Washington.