UN CAMPEON BLINDADO
TRES AÑOS DESPUES DEL ACCIDENTE, EL EX PILOTO DE FORMULA 1 ESTÁ “INTERNADO” EN SU LUJOSA MANSIÓN EN SUIZA BAJO UN CELOSO HERMETISMO. SU ESTADO DE SALUD ES UN MISTERIO.
En tiempos en los que las noticias se disparan a la velocidad de la luz, en los que la privacidad dejó de ser una decisión personal y parece estar siempre sometida al deseo de medios cada vez más numerosos y con menos escrúpulos a la hora de conseguir la primicia, hay un misterio que día a día crece desde hace tres años. ¿Cómo está el siete veces campeón de la Fórmula 1, Michael Schumacher, luego del accidente casi fatal que tuvo esquiando? Nadie tiene la respuesta más allá de su círculo íntimo. Un círculo que llena de interrogantes el estado del hombre más ganador de la historia de la máxima categoría del automovilismo.
El accidente. El 29 de diciembre de 2013, el destino quiso que el mismo Káiser que toda su vida había desafiado la velocidad perdiera la estabilidad arriba de sus esquíes en los Alpes suizos y quedara en coma hasta junio de 2014. Luego de pasar varios meses en el hospital de Grenoble, en Francia, fue trasladado a una clínica de rehabilitación en Lausana, Suiza, y de ahí al chalet familiar que acondicionó su mujer, Corina Schumacher, para brindarle la atención médica ideal.
Corina, junto a la manager de su marido, Sabine Kehm, es quien tiene las llaves del cerrojo informativo. Kehm sigue siendo el filtro que preserva a la familia del acoso mediático. Desde el día uno fue tajante con ventilar detalles hacia el exterior: “La salud de Michael no es un asunto público”.
Las dos saben que la opinión pública exige detalles del progreso de la salud del mito del automovilismo. Sin embargo, el 17 de diciembre pasado Kehm dejó en claro en un comunicado que esto no es fácil de asumir: “Somos conscientes de que para algunos es difícil de entender, pero actuamos así de completo acuerdo con la opinión al respecto de Michael y agra- decemos su comprensión”. Para combatir a la prensa, el entorno del ex campeón mundial llegó a recurrir a los tribunales pa ra i mped i r la difusión de fotografías consideradas privadas. Para conseguir una primicia hubo casos como el de un fotógrafo que se disfrazó de cura para tratar de infiltrarse en las dependencias del hospital reservadas a familiares y allegados. O un hombre que fue detenido acusado de haber robado un informe médico del hospital de Grenoble, que ofreció a varios medios de comunicación alemanes, franceses y suizos, y que acabó suicidándose en su celda mientras era investigado.
Pero este hermetismo sobre la salud del heptacampeón después de tanto tiempo no es tomado de buena manera por todos. Uno de los más molestos es el ex represen- tante y amigo del piloto, Will Webber, quien hace unos días disparó: “He estado batallando durante un tiempo porque la familia Schumacher no cuenta toda la verdad, pero me doy contra la pared, no escuchan mi consejo”.
El pasado 14 de noviembre, los fanáticos de Schumi vieron como un paso adelante el “Bienvenidos al paddock de Michael” que publicó Kehm para anunciar la creación de las cuentas oficiales del ícono del automovilismo en Facebook e Instagram (el piloto ya contaba con su perfil en Twitter, su red social más activa). La desesperación por saber sobre él hizo que en apenas un par de horas el posteo acumulara más de un millón de saludos.
Muchos rumores sobre un presente que pocos conocen de un Michael Schumacher que sigue luchando por su vida.
EN LA SALUD DE SCHUMI YA INVIRTIERON 15 MILLONES DE DOLARES, APORTADOS POR SPONSORS