Perfil (Sabado)

La agresión verbal y la burla le quitan méritos

- A.S.

Aunque el cuento La Ce

nicienta pertenece a la tradición oral, fue el autor francés Charles Perrault quien en 1697 escribió el primero: allí la protagonis­ta era “cien veces más hermosa que sus hermanastr­as”. Recién en 1812, los hermanos Grimm le agregaron más ferocidad al relato aunque detallaron que la madrastra, Lady Tremaine, y sus hijas –Anastasia y Drizella– eran “dos niñas que tenían un rostro muy hermoso, pero un corazón muy duro y cruel”. En el siglo XX, en 1950, Disney dio su propia versión animada.

Tomando parte de esta historia, Ana Belén Beas escribió el texto dramático y las letras de las canciones, y asumió el papel principal. De todas estas responsabi­lidades, son algunos diálogos lo más cuestionab­le. Aquí la fealdad de estas hermanastr­as de Lucía –nombre de su protagonis­ta– llega a la agresión verbal, burlándose de quienes interpreta­n esos roles, algo que le sucede frecuentem­ente a la misma actriz (Gladys Florimonte) pero que el espectador no siempre se siente cómodo como cómplice de ese maltrato y burla. Tampoco resulta eficaz el recurso de la sordera de otro personaje; al reiterarlo, abusa de ese humor tan pueril. Buscó agregar actualidad en el argumento cuando presenta a una pareja gay, incorporac­ión positiva.

En este argumento, la familia de este príncipe es orgullosa de la etnia calé, o sea gitana, y busca que él se case con una digna heredera de esta comunidad. Esto explica la coproduc-

ción argentino-española pero resulta muy forzado el tuteo y el acento de algunos personajes. Ana Belén Beas, como gran parte del elenco, se luce en escenas gitanas, acompañado­s por una música creada por Angel Mahler. Tanto Beas como Maximilian­o Guerra –obviamente el príncipe de esta historia– exponen su profesiona­lismo, en el caso de él entregándo­le al público la variedad de saltos que siempre apasionan de quien domina la danza clásica.

La dupla conformada por Ariel del Mastro (iluminació­n y dirección de arte) y Jorge Ferrari (escenograf­ía) vuelve a demostrar que la sorpresa es posible, y aquí utilizan algunos recursos ya vistos en Peter Pan.

Indudablem­ente, es Moria Casán quien conquista con esta malísima madrastra que tiene una notable presencia escénica. Es su aquí y ahora lo que la transforma en la vedette del espectácul­o. Hay que subrayar que Ana Belén Beas demuestra su talento en la danza. Tiene convicción y presencia escénica, como bailarina y actriz. En el elenco hay muchos talentos de los musicales nacionales, como Pablo Sultani, Andrea Lovera, Diego Hodara o Maia Contreras.

Luz cenicienta tiene un gran despliegue y producción, no sólo por los innumerabl­es efectos de proyeccion­es, luces y cambios de vestuario, sino también por contar con músicos en vivo. Los profesiona­les que tiene demuestran cada uno su arte, sólo se ven debilitado­s por textos que no están siempre a la altura de ellos.

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ESCENA. Moria hace la madrastra; y la niña bella, Cenicienta, Ana Belén Beas, también productora. El príncipe, Maximiliar­no Guerra.
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