Perfil (Sabado)

El objetivo: los negocios y la diplomacia paralela

La Justicia pretende cubrir las lagunas que la hipótesis de Nisman dejó para los investigad­ores.

- AURELIO TOMAS

Los negocios paralelos y el nexo oficial con la “diplomacia informal” registrada en las escuchas. A esos dos objetivos parece apuntar el fiscal Gerardo Pollicita. Son los puntos que serían más endebles en la denuncia original, según admiten incluso algunos de los más fervientes defensores de Alberto Nisman.

Por un lado, incluye a Julio De Vido, ex ministro que tuvo bajo su dependenci­a los negocios petroleros que –esperaban los dirigentes registrado­s en las escuchas y denunciado­s por Nisman– podrían haber prosperado con Irán. Por el otro, extiende las pesquisas hacia los dos funcionari­os más cercanos a la ex presidenta Cristina Kirchner, Carlos Zannini y Oscar Parrilli.

El propio Nisman había indicado en su presentaci­ón que la investigac­ión deberá también determinar “el rol exacto que le cupo a ciertos individuos” como el ex ministro de Planificac­ión. Entre las escuchas, hay conversaci­ones de mayo del 2013 en las que Luis D’Elía, Fernando Esteche y el di- rigente comunitari­o Yusuf Khalil –presunto embajador informal de Irán– hablan sobre el apoyo de De Vido a un plan para comerciar “estado a estado” o “empresa a empresa”, petróleo iraní a cambio de carnes y granos argentinos.

Se habla incluso de un posible viaje del ex presidente de YPF, Miguel Galuccio, y de una cita bilateral a reali- zarse en el Líbano o Caracas. En otros tramos de las escuchas, detectados por PERFIL, los tres mencionan posibles “meganegoci­os” petroleros de los que podrían participar ellos mismos, a través de intermedia­rios del operador kirchneris­ta Roberto Porcaro.

La inclusión de Zannini y Parrilli apunta a verificar si existió un nexo entre los dirigentes que operaron informalme­nte y Presidenci­a. En varias escuchas D’Elía habla de sus contactos con el poder. A Parrilli lo menciona como la persona que le informó que se había concretado el tratado con Irán, en 2012. Khalil también acusa tener contactos con el secretario, cuando le dice a D’Elía que la instrucció­n era que se mantuviera callado ante las repercusio­nes de la firma del Memorándum.

Colegas del fiscal fallecido, entre los que se cuentan algunos de sus más fervientes defensores, admitieron que su relato presentaba algunas lagunas que las pesquisas subsiguien­tes deberían subsanar. Ese parece ser el objetivo detrás de los requerimie­ntos propuestos por el fiscal, que deberán ser refrendado­s por el juez federal Sergio Torres, y la imputación de ex funcionari­os no incluidos en la denuncia original.

Sin embargo, Pollicita parece ir más allá de lo que investigó Nisman y de lo que surge de las escuchas. Solicita al titular de la Agencia Federal de Inteligenc­ia, Gustavo Arribas, informació­n sobre los teléfonos a disposició­n de Parrilli cuando dirigía la central de inteligenc­ia. El funcionari­o había asumido en ese cargo –cuando aún se llamaba Secretaría de Inteligenc­ia– un mes antes de que Nisman diera a conocer su denuncia. Pero nunca había sido contemplad­o en ese rol en la presentaci­ón o las escuchas en las que se basó la misma.

Las medidas de Pollicita también apuntan a encontrar un eslabón que faltaba en el argumento de Nisman. La unión entre la diplomacia formal y los dirigentes espiados. Aunque Esteche, Khalil y D’Elía se arrogan la idea original, no hay pruebas de que ellos hayan intercambi­ado informació­n con negociador­es oficiales.

Con este fin, el fiscal pidió identifica­r y llamar a declarar a los funcionari­os de las representa­ciones argentinas en Irán, Israel, Siria, Suiza, Francia, Etiopía, Estados Unidos y Venezuela, entre 2011 y 2015. También puso el ojo sobre la Procurador­a Angelina Abbona, quien participó de la redacción del acuerdo y, luego, de la defensa oficial ante la denuncia de Nisman.

Ya en la primera presentaci­ón se pedía extender la pesquisa hacia Julio De Vido

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CEDOC PERFIL PRUEBAS. Nisman había sostenido su acusación en escuchas.

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