EL LADO B DE LA DEUDA
LA MAYORIA DE LOS CLUBES LES HACE FIRMAR A SUS JUGADORES DOS CONTRATOS: UNO, CON UN MONTO MINIMO, LO REGISTRA ANTE LA AFA, Y OTRO, MAS ABULTADO, LO OCULTA.
Todos los clubes lo hacen. Los porteños, los bonaerenses, los santafesinos, los cuyanos y los cordobeses. Todos menos uno: Newell’s. No es un ejemplo a seguir, ni siquiera un atisbo de elogio, porque Newell’s es, junto a Banfield, una de las instituciones que más les deben a sus jugadores. Pero, al menos, sí se puede rescatar algo positivo dentro de su caos económico, y es que su deuda –que supera los 20 millones de pesos– mantiene cierta prolijidad: a diferencia de lo que sucede en los demás clubes de la Argentina, los jugadores rojinegros (salvo el peruano Luis Advíncula, un caso que se verá aparte) firman un solo contrato.
Es un tema sabido dentro del minúsculo mundo de jugadores, dirigentes y representa ntes, pero ni la A FA tiene verdadera dimensión de lo que firman y ganan los futbolistas que protagonizan los torneos que ahora, con el fin certificado del Fútbol para Todos, está intentando vender al mejor postor. Ahí también la crisis institucional queda evidenciada: en Viamonte 1366 se dejó de controlar hace rato los documentos que vinculan a los trabajadores del fútbol con sus empleadores.
La cuestión es así: la enorme mayoría de los futbolistas de Primera firma con sus respectivos clubes dos contratos: uno “profesional”, que por lo general representa un mínimo porcentaje de lo que realmente ganan, y otro que se denomina, bajo diversos eufemismos, “contrato por reconocimiento a la trayectoria” o “contrato de imagen” son los más usados. A éstos, en la jerga entre futbolistas, se los conoce como “contratos privados”.
No contratos en blanco ni en negro. Son, en definitiva, grises. No son negros porque tributan impuestos, pero tampoco son blancos porque no se incluyen en los recibos de sueldo ni se registran en las oficinas de la AFA. En estos ejemplos se condensa la crisis institucional que vive el fútbol: porque los clubes fir- man contratos que después no pueden pagar; porque se escudan bajo una arquitectura sinuosa; y porque la AFA, que debería controlar, nunca se entera, o se entera tarde, cuando la bomba ya explotó y las tesorerías ya tienen varios meses de atraso. En este verano, como en tantos otros, quedó demostrado.
“Es una maniobra que tiende a desaparecer porque los controles son férreos y el gremio patalea y pide ordenarlo”, dice un presidente que pide anonimato, y que también admite que algunos clubes importantes “no podrían pasar un escáner de control”.
Desde Futbolistas Argentinos Agremiados reconocen la situación, pero aclaran que en la mayoría de los casos, los
”ES UNA MANIOBRA QUE TIENDE A DESAPARECER, PORQUE EL GREMIO PATALEA”, CONFIESA UN DIRIGENTE
“contratos privados” contemplan aportes y las retenciones por el impuesto a las ganancias, aunque el pago de esa obligación varía con respecto al sueldo bruto. De todas las personas con las que habló PERFIL para esta nota, sólo una (un representante) habló de “plata en negro”. Las demás remarcaron que estos contratos no son informales y que cumplen con las normativas tributarias.
Si bien el porcentaje oscila según el club y según el jugador, este diario accedió al contrato profesional de un futbolista en el que figura sólo el 12% de lo que cobra realmente. El otro 88% lo cobra mediante un contrato privado con la institución. En Agremiados aseguran
EN LA AFA NADIE CONTROLA LOS PAPELES QUE VINCULAN A LOS TRABAJADORES DEL FUTBOL CON SUS EMPLEADORES
que en los últimos años la brecha fue achicándose: ahora, en términos generales, la proporción es de 30/70.
El secretario general del gremio de futbolistas, Sergio Marchi, le pidió varias veces al Comité de Regularización –y antes a Luis Segura– avanzar con este tema: ir paulatinamente a un solo contrato, que quede documentado en las oficinas de AFA, para que ante eventuales incumplimientos, desde allí se puedan ensayar soluciones. Algo que –en el estado actual del fútbol argentino, con una AFA sin legitimidad que no anticipa ninguno de los problemas– sólo entra en la mente de los ilusos.