Tortonese consigue una magia particular en el espectáculo
Si hay un tema muy serio, ése es hacer reír, nunca es universal, cada pueblo tiene su propia idiosincrasia. En mayo de 2015 se presentó este espectáculo con funciones en Broadway, luego en Los Angeles, para volver a su escenario inicial. El argumento gira alrededor de la necesidad que siente Dios de volver, decide encarnarse en un actor y, junto a sus dos arcángeles, viene a modificar las malas lecturas que se hicieron de sus mandamientos. El origen está vinculado con las redes sociales, con los tuits que este guionista americano, Javerbuam, inventó bajo al nombre “El todopoderoso baja a la tierra y elige un teatro”. Con importantes premios como guionista de televisión y autor de numerosas canciones, Javerbuam apuesta a la teatralidad y se apoya incondicionalmente en el protagonista de su ficción.
Con el título de Obra de Dios y adaptada por Elio Marchi, se podría asegurar que es nuestro creador nacional el que comprendió cómo debía acercarse este texto al escenario del Maipo, y debe haber tenido en cuenta que este Ser Supremo sería encarnado por Humberto Tortonese. Sólo el gran profesionalismo y talento de quien transitó desde sótanos hasta salas oficiales puede llevar esta propuesta sobre sus hombros y no morir en el intento. Marchi realizó un gran trabajo de adaptación, donde imperan los guiños, incluso los políticos.
Con una importante trayector ia como director de musicales, Gustavo Zajac no acierta aquí. Olvidó que la platea del Maipo tiene laterales complicados, ya que desde allí no se visualiza bien. Por lo cual el efecto de la proyección sólo se puede ver desde la centralidad. Esto debió ser obser vado también por el escenógrafo. La mayoría de las acciones se realizan en el centro del escenario, sólo en algunos momentos hace que los intérpretes desciendan a la platea. Cuenta, además de Tortonese, con Roberto Peloni, como el arcángel Miguel, y Agustín Corsi, como el arcángel Gabriel. El ingenio y la creatividad de Renata Schussheim hacen del vestuario una conjunción perfecta para el humor.
El gran espectáculo es Tortonese, quien consigue demostrar que la ironía puede entrecruzar desde la mirada impiadosa hasta la ternura descabellada. Su energía no necesita de complementos y su comunicación con el público es inmediata. A veces se lo nota atado a un texto, pero su profesionalismo le permite caminar por todas las aguas. Consigue una magia muy particular, ya que transforma esta propuesta en una ceremonia, todos esperan que no concluya porque su magia supera cualquier debilidad, la de la obra o la de la puesta. Conquista la risa y la sonrisa, sin agresiones, sabe de tonos y miradas, no será Dios, pero se parece mucho a Dionisio, sinónimo del teatro en Grecia.