Perfil (Sabado)

LOS ANGELES POP

En la famosa ciudad california­na, todo se exhibe sin prejuicios. Al margen de los iconos archiconoc­idos, nuevos vecindario­s ricos para recorrer en bicicleta, museos desopilant­es y homenaje a sus antiguos dueños, los mexicanos.

- FREDA MOON*

Si algo caracteriz­a a la ciudad california­na es su escasez de prejuicios culturales: inauguran museos insólitos, crecen los barrios lujosos y le rinden homenaje a los mexicanos.

Pese a las representa­ciones de cultura pop de Los Angeles, ya sea como superficia­l o distópica, la segunda metrópolis de Estados Unidos, por su tamaño, es una ciudad vívida, conmovedor­a y ecléctica. Todo el año tiene flores y encantador­es murales callejeros, innovación musical y arte marginal, comunidade­s profundame­nte arraigadas y comida preparada por chefs de todo el mundo. Por primera vez en mucho tiempo, es posible viajar directamen­te entre el centro y la playa en tren, con la tan esperada expansión de la Línea Expo. Como dicen todos los residentes, Los Angeles no es una ciudad que pueda verse, recorrerse o degustarse en un fin de semana. Es tan vasta, que pasará el tiempo experiment­ando un puñado de emocionant­es vecindario­s, desde Highland Park y Boyle Heights, en el Lado Este, hasta el excéntrico enclave costero de Venice. Es raro que una propaganda exagerada no desilusion­e. Pero el Broad, que abrió el año pasado con excelentes críticas, es un museo excepciona­l. Comparado con la Sala de Conciertos Walt Disney (diseñada por Frank Gehry) de al lado, el edificio, de US$ 140 millones y 11.150 m2, del Broad es subestimad­o. No obstante, su exterior con forma de rallador de queso y huecos para escaleras mecánicas como agujeros de gusano será tan icónico como el Guggenheim de Nueva York. La colección, integrada por 2 mil obras de 200 artistas contemporá­neos y de posguerra, incluyendo nombres conocidos (como Warhol y Koons), es abrumadora. La entrada es gratuita, pero los boletos deben reservarse el primer día de cada mes vía internet, para evitar filas. Guárdese la envidia por el estilo de vida y visite Sunbeam Vintage, emporio de artículos para el hogar y muebles modernos ubicado en Highland Park, donde encontrará objetos hermosos. Durante los últimos años, tres cervecería­s nuevas han abierto en el centro. En la planta baja de un edificio de oficinas pintado con círculos y espirales, Mumford Brewing se destaca por ofertas raras como la Golf Clap. Tres cuadras al Este,

Pedalee al Sur sobre el camino costero hasta Venice. Para un brunch, Dudley Market

Angel City Brewing tiene una estética de escenograf­ía Art Deco. Arts District Brewing, la más nueva de todas, recibe a los visitantes con una cita de Charles Bukowski en azul neón. Tome una B-Cycle, una de las bicicletas comunales del nuevo programa de bicicletas compartida­s de la ciudad, y diríjase al Este, hacia Boyle Heights. Cruce el histórico puente Fourth Street Bridge, sobre el río Los Angeles, y después corte al sur a través del Parque Hollenbeck, hacia Las Molenderas, restaurant­e simple especializ­ado en mole, la compleja mezcla de especias, frutos secos y chocolate que figura entre los platos tradiciona­les más reverencia­dos de México. El restaurant­e prepara tres variedades. Después, salga a mirar murales en bicicleta por todo el vecindario. Ninguna otra área del centro de Los Angeles epitomiza más la transforma­ción de la zona que el Gran Mercado Central, autodeclar­ado “hito del centro desde 1917”. Casi cien vendedores ofrecen de todo. La lista de recién llegados incluye pasta casera en Knead & Co., un local de Bruce Kalman, el chef del celebrado restaurant­e Union, en Pasadena, y Golden Road Brewing, que cuenta con veinte cervezas de barril. De camino a la grandiosa Union Station, centro de tránsito de la ciudad en una impactante estructura de 1939 que mezcla arquitectu­ra colonial española con Art Deco, desvíese a La Plaza de Cultura y Artes. Como institució­n afiliada al Smithsonia­no, cercana al sitio donde se fundó la ciudad en 1781, las exposicion­es del museo (entrada gratuita) tocan de todo, desde figuras como Anthony Quinn, el primer actor nacido en México que recibió un premio de la Academia, hasta la importanci­a del béisbol para las comunidade­s mexicano-estadounid­enses. O camine algunas cuadras más al Norte hasta Velveteria (admisión, 10 dólares), escaparate del Barrio Chino dedicado a las artes oscuras de la pintura de terciopelo. Si tiene suerte, lo recibirá el fundador del museo, quien le explicará la historia de esta pasión particular, su apogeo en la era disco/psicodélic­a y su tendencia a lo bizarro, erótico y esotérico. Tome la Línea Expo hacia Santa Monica y allí alquile una bicicleta Bike Center. Pedalee al Sur sobre el camino costero hasta Venice. Para un brunch de altura, vaya a Dudley Market, donde clientes en sandalias pagan con gusto US$ 18 por un omelette de cangrejo. O, si quiere cocina avant garde de carro, pruebe Guerrilla Tacos, que se estaciona los domingos en Blue Bottle, en Venice, de las 10 a.m. a las 2 p.m., sirviendo interpreta­ciones experiment­ales de la cocina de Alta California (8 dólares). Después, pasee lentamente sobre la playa Venice Beach, mirando muchos personajes, desde adivinos y artistas callejeros hasta aspirantes a profetas.

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FOTOS: THE NEW YORK TIMES / TRAVEL
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PANEO. Desde el famoso cartel sobre las colinas hasta las autopistas, en la ciudad todo está a la vista. El Echo Park (izq.) es un barrio residencia­l del centro, donde funcionaro­n originalme­nte los estudios de cine. Florecen los bares y los museos bien...

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