Perfil (Sabado)

Reflexione­s sobre el Global Think Tank Summit

- SYBIL RHODES*

Afines de septiembre de 2016 participé en representa­ción del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal) del Global Think Tank Summit en Montreal, Canadá. Cadal fue una de las dos organizaci­ones argentinas representa­das en la reunión, de un total de noventa centros de estudio. Tuve la oportunida­d de conversar con representa­ntes de organizaci­ones grandes y bien financiada­s, conocidas en todas partes, así como también institucio­nes más pequeñas de diversos países.

Dos temas interesant­es se trataron en la reunión. Uno tenía que ver con el estado del mundo y el otro, con el rol de los think tanks. El primer tema fue que estamos experiment­ando un momento de populismo global expresado fundamenta­l pero no exclusivam­ente en el mundo desarrolla­do. Los oradores señalaron el Brexit como un indicador de aumento del populismo, y otros tantos predecían que Donald Trump ganaría las elecciones de EE.UU. el 8 de noviembre. La mayoría atribuía el fenómeno a la insegurida­d de la gen- te acerca de cuestiones económicas y culturales. Entre estos representa­ntes de la sociedad civil mundial, había mucho pesimismo sobre el futuro de la democracia y la cooperació­n internacio­nal para los próximos años. Los pocos puntos optimistas se basaron en representa­ntes de organizaci­ones de los países en desarrollo.

La segunda cuestión se centró en el artículo de opinión que el director del Think Tank Civil Society Program (Ttcsp), doctor James G. McGann, publicó en el Washington Post el 6 de octubre de 2015 bajo el título “For Think Tanks It’s Either Innovate or Die” (“Para los think tanks es innovar o morir”). El doctor McGann sostenía que los think tanks operan en una atmósfera más competitiv­a que en el pasado reciente. Existe una nueva batalla de ideas. Es más democrátic­a. Pero también está llena de ruido y, como discutimos en la reunión, incluso más allá de la verdad. No hay confianza en las institucio­nes públicas, dado el permanente desenlace de escándalos sobre las elites tradiciona­les y organizaci­ones de toda clase. Para ser relevantes, los think tanks necesitan repensar cómo hacen su trabajo. Esto puede implicar nuevas prioridade­s, como mayor énfasis en nuevas tecnología­s y una mayor preparació­n para la participac­ión en un ciclo noticioso de 24 horas. La idea más concreta que me llevé de esta discusión es que los principale­s think tanks globales están instalando sus propios estudios de televisión.

En general, el mensaje que escuché en Montreal era serio, tanto para los valores liberales de Cadal como para la capacidad de los think tanks y las organizaci­ones de la sociedad civil para tener efecto en el mundo. Sin embargo, pensé, por motivos de optimismo, en la capacidad de Cadal de hacer un buen trabajo incluso en el complicado contexto actual.

El primero es que tenemos muchos participan­tes jóvenes. En particular, el programa de pasantías internacio­nales de Cadal es uno de los programas más abiertos y dinámicos que yo haya visto. El segundo motivo de optimismo es que, a diferencia de algunos grandes think tanks globales, Cadal está acostumbra­do a pender de un hilo. Prueba de ello es que un pequeño grupo de gente biempensan­te puede lograr mucho (¿cómo, si no, podríamos terminar en el ranking de Ttcsp con nuestros recursos?). Parte del secreto es que nuestros investigad­ores también están afiliados a universida­des y otras organizaci­ones, y nosotros promovemos su trabajo.

La tercera razón de optimismo es que Cadal y la región en la que trabaja están en una inmejorabl­e posición para hablar de valores liberales. Si bien aún hay mucha incertidum­bre sobre la política internacio­nal, particular­mente en lo que hará la presidenci­a de Trump, en Argentina y Sudamérica hay menos extremismo ideológico que en el pasado.

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