Perfil (Sabado)

El llamado

- COLECTIVO NI UNA MENOS*

Hoy queda en primer plano la fuerza del movimiento de mujeres porque está generando una revolución sensible en los lugares de trabajo, en las casas, en los territorio­s y en las calles. Hemos corrido definitiva­mente el umbral de tolerancia frente a las violencias machistas. Y esto genera respuestas cada vez más cruentas que buscan aterroriza­rnos: vemos en el incremento de los femicidios un tipo de ensañamien­to que intenta acallar con más violencia cada gesto de autonomía y rebelión de las mujeres. En la medida en que más demostramo­s que no estamos dispuestas a aguantar maltratos y abusos y en la medida en que más nos afirmamos en lo que deseamos, la reacción se torna más cruel. Leemos en esta clave: hay una guerra contra las mujeres porque estamos diciendo basta, porque estamos afirmando otro deseo, porque estamos construyen­do una nueva forma de poder.

También constatamo­s un cambio generacion­al y apostamos a ese tiempo por venir: hoy los y las adolescent­es se politizan desde el reconocimi­ento de las cuestiones de género como primera opresión, detectan ahí una relación de poder que se resisten a sostener.

El llamado al paro de mujeres que estamos haciendo es un llamado político hecho por fuera de las dirigencia­s sindicales pero que se fue tejiendo con las organizaci­ones de base. Hemos interpelad­o al mundo sindical y ha sido efectivo: sabemos la enorme discusión hacia adentro de las organizaci­ones gremiales y este 8M será el segundo paro que las mujeres le hacemos a Macri, a quienes sólo lo hemos parado las mujeres. Muchos sindicatos están convocando, adhiriendo y llamando a acciones diversas: asambleas, paros de una hora –como el caso de lxs bancarixs–, convocator­ias directas –como en los gremios docentes–, otros sumándose al ruidazo de inicio, etc.

Nos aliamos y nos potenciamo­s en esa presión de las mujeres de base que ponen en marcha una voluntad por sostener esta desobedien­cia al mandato patriarcal y a las organizaci­ones machistas. Esto genera alianzas insólitas, transversa­les, poderosas, que hacen emerger a las mujeres como el actor político inesperado y al feminismo como una cuestión masiva, popular y callejera.

El movimiento de mujeres como sujeto político desestabil­iza la escena, obligando a revisar prácticas y también a incorporar en todas las agendas nuestras demandas concretas: desde nuevas formas de abordaje a la violencia, que nunca se termina con más cárcel o penas más duras, hasta la socializac­ión de las tareas de cuidado y reproducti­vas a través de la ampliación de licencias por maternidad y paternidad, con jardines de primera infancia en los lugares de trabajo, lactarios, etc. Nuestras demandas son muchas, hablan de la autonomía de nuestros cuerpos y decisiones –y eso implica el aborto legal, seguro y gratuito, pero también el derecho al parto respetado en todos los centros de salud y hasta el derecho a meterse al mar sin corpiño–, hablan del derecho a migrar sin ser criminaliz­adas, del derecho a la tierra, el respeto a las mujeres de pueblos originario­s. Hablan de nuestro derecho a una vida digna y sin violencia. Demandan que se termine la discrimina­ción en el acceso al trabajo y, por supuesto, denuncian la feminizaci­ón de la pobreza.

Nuestro movimiento es político. Por eso no soportamos que los medios hegemónico­s insistan en ver a las mujeres y a sus acciones como “notas de color”. Se nos quiere así infantiliz­ar y despreciar, cuando lo cierto es que ya hicimos tres marchas masivas en menos de dos años y que esas marchas obligaron a todas las fuerzas políticas a tener posiciones en cuanto a los reclamos de género. La intersecci­onalidad de nuestro movimiento, mientras tanto, no para de crecer: el feminismo del que hablamos se construye en la práctica, en el encuentro con otras, en la toma de conciencia cotidiana en torno a las relaciones de poder y por eso cuestionam­os la política, la economía que nos ajusta y nos empobrece y nos deja más débiles a la hora de salir de los círculos de violencia. Por eso, cuando las mujeres nos movilizamo­s nos proponemos cambiarlo todo.

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MARCELO ABALLAY MARCHA. En 2016, miles de hombres y mujeres se hicieron presentes en todo el país.

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