Perfil (Sabado)

Huelga de géneros

- DANIEL LINK

Maneja hacia el Oeste, por Carlos Calvo, y a medida que la calle se ensancha lo mismo le sucede a su humor, cada vez más distendido. Se olvida del discurso presidenci­al, del calor agobiante, de la política monetaria del Sr. Sturzenegg­er, de las amenazas de huelga a las que adherirá, porque aunque no está demasiado convencido de su eficacia sabe sin embargo que la ecuación el usuario y la huelga o el alumno y la huelga ya fue analizada hace muchos años por Roland Barthes y nada parece haber cambiado demasiado.

A la altura de Boedo, Carlos Calvo está cortada. Decide retomar por San Juan, doblar hasta Independen­cia y, por allí, sortear el obstáculo. Se distrae y vuelve a doblar por Carlos Calvo. Para no repetir la maniobra con el riesgo de caer en un rizo infinito, sigue por Boedo hasta Cochabamba. ¿Qué lo distrajo?

Pensó en la huelga de mujeres. Y como había pensado en Roland Barthes, recordó su veredicto: “la lengua es fascista”, sobre todo por su sistema de géneros. Se sonríe recordando la anotación de Ricardo Piglia que leyó en la solapa de Black Out: “María Moreno es uno de los mejores narradores argentinos actuales. Tal vez el mejor”. Ricardo, que nunca había abandonado sus fervores revolucion­arios de juventud pero que nunca había sido demasiado explícito en el combate contra la ideología hétero-patriarcal, se obligó, sin embargo, a forzar la lengua más allá de su límite. Porque decir que María Moreno es la mejor narradora actual presupone que ese estatuto sólo sería válido en el universo de las narradoras de género femenino. Los universale­s suelen expresarse en masculino y la declinació­n de género rebaja su alcance. Lo mismo sucede con Analía Couceyro, el mejor actor actual. O con Albertina Carri, el mejor cineasta. Sus talentos las colocan por encima de sus contemporá­neos hombres.

Sí, María Moreno es el mejor homme de lettres que tenemos. Black Out, su autobiogra­fía, es prueba suficiente (y ahora, necesaria: quien no tenga una autobiogra­fía no podrá aspirar a ese lugar).

Durante mucho tiempo, las mujeres permanecie­ron ausentes de las listas de los tres mejores escritores, porque el masculino hacía pensar, inevitable­mente, en varones: Fogwill, Walsh, Piglia. Alguna loca, en el mejor de los casos: Donoso, Puig, Copi. Durante la huelga de mujeres, tratará de no pronunciar ningún artículo subalterni­zante. Dirá, en todo caso, les mujeres. Y que bufen los eunucos de la RAE.

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