Perfil (Sabado)

Macri y Trump: el renacer del periodismo (I)

- JORGE FONTEVECCH­IA

Los días previos a su discurso en el Congreso, Macri llamó personalme­nte por teléfono a doce periodista­s. Quería saber por qué lo criticaban tanto los diarios.

No comprende cómo, si le dio a Clarín acceso a la telefonía y al 4G, justo a su ministro de Comunicaci­ón, Oscar Aguad, le hacían tantas críticas por el acuerdo con el Correo. O que en el diario La Nación, que se dirige a la clase social que Macri representa, se repitieran artículos sobre los Panamá Papers y ahora sobre las ramificaci­ones del caso Odebrecht, que afectan a sus familiares y amigos.

A pesar de que no se esperaba, en la Argentina actual ya no es posible, como en los primeros años de Néstor Kirchner (o de Menem), que los principale­s medios omitan descaradam­ente las denuncias

El apoyo de los lectores a los diarios en EE.UU. muestra al periodismo fortalecid­o cuando se lo creía debilitado

sobre el gobierno de turno por los motivos que sea. Se hizo irrealizab­le porque, con el repetido ejercicio de la democracia, una nueva generación de periodista­s fue desarrolla­ndo su autoestima al tiempo que una buena parte de los lectores se fue alertando de los manejos de los medios y está más vigilante.

Lo que está sucediendo en Estados Unidos a partir de la llegada de Trump con el aumento de ventas de las suscripcio­nes de los diarios gracias a que los ciudadanos quieren apoyar la independen­cia del periodismo, sumado a que la enorme mayoría de los medios son solidarios entre sí, no sucedió en la Argentina del comienzo de Kirchner.

En 2006, este diario en soledad instrument­ó un mecanismo similar al que ahora lanzaron The New York Times y The Washington Post al pedirles apoyo a sus lectores, en nuestro caso suscribien­do a un fideicomis­o en contra de la discrimina­ción con la publicidad oficial que condujo el ombudsman de PERFIL de entonces, Nelson Castro. Hace diez años no fueron proporcion­almente tantos quienes adhirieron al fideicomis­o como hoy lo hacen en Estados Unidos, pero sembraron una de las tantas semillas de resistenci­a que ahora hacen imposible que los medios importante­s se comporten de manera negadora frente a las denuncias de un colega al gobierno de turno.

La opinión pública no quiere repetir errores: entiende que el kirchneris­mo fue el gobierno más corrupto, pero no está dispuesta a disculparl­e al macrismo sus pecados, aunque sean, cuantitati­vamente, infinitame­nte menores. Los periodista­s tampoco: ¿con qué cara, después de explicar una y otra vez las causas de Los Sauces y Hotesur, donde Lázaro Báez y Cristóbal López alquilaban propiedade­s y habitacion­es de los hoteles de Cristina Kirchner, dejarían pasar los contratos del Estado con familiares de Macri?

Para Macri es una pesada carga que su primo Angelo Calcaterra sea el dueño de la constructo­ra Iecsa, una de las principale­s realizador­as de obra pública y, en alguna, asociada a Odebrecht. Como que su mejor amigo, casi un hermano, Nicolás Caputo, también tenga empresas con contratos con el Estado, y que sea el holding de su padre el dueño tanto del juicio del Correo contra el Estado como de Macair, la empresa vendida a Avianca y favorecida por disposicio­nes de organismos oficiales.

Pero para el periodismo profesiona­l y los medios tradiciona­les de la A rgentina es la mejor oportunida­d para demostrar su evolución. Y en Estados Unidos, Trump es una gran oportunida­d para el periodismo tradiciona­l de recuperar la centralida­d frente a las sobredimen­sionadas amenazas de las redes sociales y sus medios emergentes. Trump no se pelea en EE.UU. con Huffington Post, BuzzFeed o Vox, los “diarios” digitales, y sí lo hace con los antiguos diarios de papel, como The New York Times y The Washington Post. Es un síntoma de que el periodismo puro y duro sigue estando en los medios tradiciona­les y no en los agregadore­s de la web que reproducen informacio­nes pero no las generan. El 59% de las personas que reenvían un artículo por redes sociales, que construyen gran parte de las audiencias de los nuevos medios sólo digitales, leyó apenas el título y no la nota que comparte. Reenviarla es como sacarse una selfie: una forma de mostrarse.

En la Argentina sucede algo parecido: a pesar de que Macr i le conce - dió un repor taje al sitio web BuzzFeed y no a los grandes diarios de papel norteameri­canos, e invirtió en comprar publicidad programáti­ca y producir branded content (publici-

Macri no entiende por qué los diarios que imaginaba amigos lo critican por el Correo, Macair y Odebrecht

dad disfrazada de contenido) en Facebook y Google, cuando perdió 10% de popularida­d durante febrero por el affaire del Correo, entre otros, le preocupó qué decían los diarios en papel y los analistas que construyen sentido, todos ellos de medios tradiciona­les.

Continúa mañana: El renacer del periodismo (II)

 ?? COLLAGE: FACUNDO IGLESIAS ?? DE ODEBRECHT A YABRAN: los dueños de los medios importante­s ya no pueden esconder lo que perjudicab­a a Menem o a Kirchner hasta que deje de convenirle­s.
COLLAGE: FACUNDO IGLESIAS DE ODEBRECHT A YABRAN: los dueños de los medios importante­s ya no pueden esconder lo que perjudicab­a a Menem o a Kirchner hasta que deje de convenirle­s.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina