Permisos a discapacitados.
De 2014 a la fecha, pasaron de 11.700 a casi 22 mil, porque la ley incluye más patologías, entre otras razones. Otorgan exenciones de ABL y patentes, y se controlan cuando vencen. Alertan por obleas truchas.
Se duplicaron en dos años las autorizaciones para circular y estacionar.
En los últimos tres años, los certificados de discapacidad que se entregan en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires crecieron más de un 80%, de acuerdo a las estadísticas del Ministerio de Salud porteño. Mientras que en enero de 2014 se entregaron 387, en 2015 ascendieron a 988, en 2016 a 1.492, y en enero de este año fueron 2.251.
Si se hace la comparación anual, en 2014 se entregaron 11.700 certificados, y en 2016, 21.899, más del doble. Mayor visibilidad y un mayor alcance de la ley de discapacidad son algunas de las explicaciones que se esbozan para dar cuenta del crecimiento, aunque en la calle, el crecimiento de los certificados que se ven pegados en los autos muchas veces están ligados también a la “viveza criolla” de aquellos que los truchan para estacionar gratis o esquivar multas, sobre todo en microcentro.
“No tenemos referencias puntuales de un mal uso de los certificados de discapacidad, las personas deben tener tramitado correctamente su certificado y tenerlo vigente, y se tienen que renovar cada diez años, aunque pueden ser anuales también, cuando se vuelven a evaluar las condiciones según cada caso”, explica Nora Muñoz, representante de la Asesoría en Problemáticas de Discapacidad.
“Se han incorporado más enfermedades. Según nuestros registros, las discapacidades se dividen en motoras, mentales, sensoriales y mixtas. Y después, se incluyen distintas patologías que las originan”, explica Muñoz. Y agrega: “Creo que uno de los motivos por los que hay más usuarios de certificados de discapacidad es porque en los últimos años se hizo más visible la problemática. Además de buscar una mayor integración”.
Los certificados se tramitan de acuerdo al domicilio, y en CABA una junta médica es la que da los certificados, luego de presentar toda la documentación requerida.
“Nadie más que la Junta Evaluadora puede decidir sobre el otorgamiento del certificado”, sostiene Muñoz, y explica que se usan tanto para transporte público –colectivo, subte y tren–, para la cobertura de salud, para exención de algunos impuestos –como patente o ABL–, y en las autopistas porteñas, siempre que vaya el titular. También están exentos de IVA en la compra de autos 0 km. nacionales, y de impuestos de importación en los casos de vehículos importados.
En el caso de los certificados que se niegan, desde el Ministerio de Salud explican que se debe a que los estudios presentados no son suficientes, o no se reúnen los criterios necesarios, según estipula la junta médica evaluadora. Controles. En el certificado debe figurar la foto del usuario, los datos de la persona y cuándo vence. Los únicos controles son cuando deben ser renovados. Además, tiene sello de agua. “Sólo cubre multas de estacionamiento. Te sacan la multa, pero después que presentás el certificado. Tampoco podés estacionar en cualquier lado, sólo en el cordón amarillo”, dice Diana, que tiene certificado hace 19 años. Además, no cubren multas ni por exceso de velocidad ni por pasar semáforos en rojo.
“La grúa se fija si tenés el logo pegado en la luneta o en el parabrisas. Si mi marido va solo en el auto y estaciona en un lugar indebido, está mal. Nosotros compramos un auto común y lo podemos usar los dos. Para no pagar en la autopista te dan un carné especial pero tengo que ir yo”, agrega Diana, para quien se ven más certificados en la calle, porque “se amplió a más discapacidades y se entregan más, no me parece un documento fácil de truchar”.
Por eso, quienes fa lsif ican los certificados después deberían tener la documentación respaldatoria a la hora de discutir la multa, si se las hacen. Hace algunos años, en un operativo de la Secretaría de Transporte porteña se detectaron varias obleas “truchas”, ya sea porque no eran válidas o porque estaban vencidas, denunciadas como extraviadas o pertenecían a personas que ya habían fallecido.