El truco viejo de apelar a viejos genios
Título original: Going in Style Dirección: Zach Braff Guión: Theodore Melfi Intérpretes: Morgan Freeman, Michael Caine, Alan Arkin y Joey King Duración: 96’ Origen: Estados Unidos (2017)
Un golpe con estilo viene a confirmar que la rutina del viejo cool es uno de los clichés más eternos y a veces dolorosos que puede masticar Hollywood: por un lado, la base implica tener actores de renombre jugando a ser ancianos cuya gracia radica en su incomprensión del mundo que los rodea (en sus broncas no es lo mismo un teléfono táctil que alguien que congela un fondo de retiro, claro, pero ambos hacen presencia). Por otro, muchas veces se limita a ese modelo a ser una serie de fórmulas que aunque podrían ser efervescentes se conforman con ser amablemente graciosas. Claro, aquí en Un golpe con estilo se dan todos los vicios y virtudes de ese subgénero cuando apto para todo el público se dan.
Por un lado, aquí los nonagenarios que quieren dar un golpe criminal, emulando un brazo de la justicia social que les es negada, son los reyes magos: Morgan Freeman, Michael Caine y Alan Arkin, tres de esos que la televisión ama definir como “actorazos” y listo. Son tres nombres que cuando bien destilados generan instantes que se sienten frescos, o, mejor dicho, que estimulan los nervios que el cine necesita a veces estirar. Pero también, no tanto Arkin, son actores que viven últimamente condenados a su caricatura, más cercanos a ser invitados de Saturday Night Live donde pisen que a poder disfrutar de aquello que pueden ofrecer. No es algo necesariamente malo que eso suceda, y al menos corroe ideas como “actorazo”.
El director Zach Braff le pone corazón al asunto. Ama a sus ancianos, pero también les quita especificidad: salvo las bromas de “un viejo que no entiende o es carcamal o pone los puntos”, podría ser un golpe de fumones, o de cheerleaders. No aprovecha el combo y el género, sin que eso implique no poseer una fluidez nada agresiva.