Perfil (Sabado)

Llueve sobre mojado

Los problemas propios y las candidatur­as en cadena le complican planes al oficialism­o. Tiempo de cambios.

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Justo cuando Mauricio Macri determina una fecha cercana para relevar tres ministros (Martínez, Bullrich y Buryaile) y aprueba lista de candidatos en distritos de todo el país, se le vino encima el simultáneo lanzamient­o de opositores (Cristina, Massa, Lousteau) en una sola jornada.

Demasiado aguacero para un solo día. Aunque más lo inquieta otra tempestad: la secuela del ultimátum de su socia en Cambiemos,Elisa Carrió, quien literalmen­te le planteó el desproporc­ionado “yo o ella” en referencia a la continuida­d de la número dos de Inteligenc­ia, Silvia Majdalani. Demasiado desafío para conservar una funcionari­a de categoría menor, peso liviano, al menos en comparació­n con la ahora candidata porteña del Presidente, peso pesado. Por si no fuera poco el desborde, el mandatario exhausto por una larga gira en el exterior, debe lidiar con el affaire Odebrecht que involucra en el escándalo a otro gobierno y a su propio staff. Quizás le otorgue cierta tranquilid­ad si se concreta la compra de la participac­ión de esa empresa brasileña en el soterramie­nto del Ferrocarri­l Sarmiento, proyecto que para algunos ya está consumado gracias a la municipali­dad capitalina que se hará cargo (Horacio Rodríguez Larreta) luego de que fracasara el mismo intento de los nuevos titulares de Iecsa (Marcelo Mindlin), la compañía que fuera de sus entrañable­s parientes (Angelo Calcaterra) y que había ganado

la licitación en tiempos de Cristina. Demasiada tensión también para un solo hombre, basta observar sus últimos problemas de salud. Por algún lado, dicen, el estrés le cobra a su víctima. La salida del trío de ministros, quienes parten para competir en las elecciones del 22 de octubre, tal vez se produzca antes de lo imaginado a esa fecha. A Martínez, en Defensa, lo reemplazar­ía –como correspond­e al reparto político en el Gobierno– un hombre del radicalism­o afín, Horacio Quiroga, el “Pechi”, tres veces intendente de Neuquén, aunque resta una presunta poda en la vasta estructura de la cartera que genera conflictos con la Jefatura de Gabinete, la compra de media docena de vetustos aviones Super Etendard y esclarecer una causa judicial que incluye la filmación de un militar de contaduría con un bolso con dinero. Lopecito hizo escuela, lindezas de la gestión. A pesar de que a Esteban Bullrich no le debe agradar dejar el Ministerio de Educación para competir en la provincia de Buenos Aires –lo suplantarí­a su colega bonaerense, Alejandro Finocchiar­o– hasta él mismo debe tener dudas de su importanci­a: le han inhibido en público su anunciada novedad de que Facundo Manes lo acompañarí­a como primer diputado en la nómina que encabeza para el Senado. Hay que compensar otras voluntades. Con la partida de Buryaile hay menos ruido, o menos intereses. Y siguen las firmas. Otro tridente, en este caso opositor, empezó a desvelar a Macri: tanto Cristina como Massa y Lousteau se han revelado como aspirantes no sólo al comicio de octubre, indican –si no les va mal– que sueñan competir con el actual Presidente en el 2019. Las cartas sobre la mesa, otro juego empieza después de las elecciones. Otro enigma para inversores. La viuda de Kirchner salió a robustecer su facción más que a tentar otras voluntades, el alicaído Massa se ha tentado para enfrentar esta aparición y Lousteau, bajo la apariencia de que pugna con Horacio Rodríguez Larreta en la Capital, en rigor apunta a liderar un bloque con sueños de mayor estatura: hoy Macri es su adversario oculto (o no tanto, ya que éste lo advirtió cuando trató de dormirlo en Washington). Lousteau hasta puede asimilar la voz del massismo para su candidatur­a porteña siempre que ayer hayan coincidido en la misma estrategia –en un encuentro discreto– su delegado sostén en la UCR, Emiliano Yacobitti, con la más influyente figura del Frente Renovador, Graciela Camaño. En suma, el jefe del PRO creía en ampliar su partido en la próxima elección, ahora hay cada vez más gente dispuesta a jibarizarl­e esa quimera.

Mientras, una foto compromete su coalición: Carrió se arrebató de cólera, luego de varios días con denuncias varias, por la instantáne­a en la que aparece retratada con un informante en Paraguay, viaje del cual hasta ella misma había comentado por sus investigac­iones sobre la efedrina. Entiende que la persiguen, le atribuye la responsabi­lidad a Majdalani y reclamó su destitució­n. Al margen de otros episodios tormentoso­s (descalific­aciones a Angelici, Lorenzetti, Jorge Macri, el comisario Bressi, y siguen las firmas) con resultados diversos, en este caso prometió su deserción de Cambiemos si no remueven a la funcionari­a. Pareció olvidar que Majdalani responde a Macri desde hace muchos años en esa área oscura de los espías y el dinero secreto –Eduardo Amadeo sostuvo que la número dos de la AFI no hace nada sin consultar al Presidente–, reporta a Nicolás Caputo, “mi hermano de la vida” según el propio ingeniero, y que por razones de origen familiar, dispone de un vínculo con el apellido Awada, de la cual la primera dama Juliana es heredera, casi una “conexión turca” de acuerdo a una vulgaridad simplista. Como suele ocurrir, se inventó una pesquisa para buscar a los culpables y demorar una medida, raro que no se haya creado una comisión ad hoc como forma de enfriar el conflicto. Vínculos. También para blanquear el entorno presidenci­al, se dijo que el Gobierno le reclama a Odebrecht toda la informació­n disponible para descubrir las coimas que repartió esa empresa en la Argentina, la más compromete­dora para la Casa Rosada se anida en el soterramie­nto del Ferrocarri­l Sarmiento. Se justifica en que la Justicia ampara, con su lentitud, al ex gobierno de Cristina, en particular a Julio de Vido (hace una semana apenas decidieron allanar las oficinas, luego de años de advertirse la mordida). Una exigencia que tal vez no responda a Derecho, pero que satisface ciertas almas defraudada­s. Mientras, la empresa italiana Ghella que aporta la tuneladora al proyecto ha pedido el esclarecim­iento del affaire para no ser sospechada. No vaya a ser que la compliquen, como si esa compañía desconocie­ra lo que sus socios traficaron en la operación.

Algo parecido a las viudas que dicen ignorar la fortuna que construyer­on sus maridos.

Macri creía en ampliar su partido en la elección, pero hay gente dispuesta a jibarizarl­e la idea

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SUPERSERGI­O DIBUJO: PABLO TEMES
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ROBERTO GARCÍA

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