Una road movie con un gorrión huérfano
Más que una cigüeña en apuros, acá el que está en apuros es un gorrión, que cuando sale de su cascarón y despierta al mundo descubre que sus padres fueron deglutidos por un oso y él se encuentra a merced de un mundo a descubrir.
Pero es una cigüeña la que lo descubre y lo adopta como si fuera un hijo propio, a tal punto que el pichón cree que esa ave de pico largo y grandes alas blancas es su madre.
El alemán Toby Genkel y su guionista Reza Memari tienen la intención de transmitir un mensaje claro: el que indica que la familia no siempre debe entenderse como aquella formada por lazos sanguíneos. Además de intentar transmitir esta idea a los más pequeños, a los que está dirigido el film, en su intención de fábula pedagógica el relato aborda temas como la ecología, la solidaridad, el altruismo y el entender que la vida tiene su parte de aventura y que crecer en síntesis significa animarse a correr ciertos riesgos.
Desde ese punto de vista, el guión es tratado como una entretenida road movie, con diálogos simples y no siempre ingeniosos y una estética que, si bien no es a la que nos tiene acostumbrados Pixar, resulta aceptable
La película sobre este pequeño gorrión adoptado por un matrimonio de cigüeñas con un hijo tiene un lenguaje ágil y por momentos sus mensajes bien intencionados no siempre se ubican en el lugar adecuado. Al margen de estos reparos, los mayores atractivos de la road movie animada son Richard, el gorrión; un búho pigmeo y un loro que sueña con debutar en el Festival de la Canción de San Remo.
De este modo, los tres amigos, huérfanos de familia, descubren que en las siempre unidas cigüeñas pueden encontrar la compañía perfecta para el resto de sus vidas y que la comunidad unida jamás será vencida.