Una premisa imposible que convierte al monstruo en neurosis emocional
Dirección y guión: Nacho Vigalondo Intérpretes: Anne Hathaway y Jason Sudeikis Origen: Estados Unidos (2016) Duración: 109’
El español Nacho Vigalondo tiene buenas ideas, pero aún le faltan los elementos creativos que le permitan traducirlas en imágenes. Su estilo es seco y absurdo.
No es un Quentin Tarantino a la hora de traducir la violencia que emerge inesperadamente de lo cotidiano. Pero también es cierto que a pocos se les hubiera ocurrido ilustrar en imágenes los fantasmas exacerbados de una chica alcohólica en las acciones de una especie de monstruo semejante a Godzilla.
Porque el español Nacho Vigalondo es un realizador insólito, inclasificable, y a la vez dueño de una dosis de originalidad, capaz de permitirse una libertad narrativa con la que el espectador de un cine más clásico tendrá problemas. Una vez superada la primera parte, puede decirse que viene lo mejor de esta película en la que Anne Hathaway ( El diablo viste a la moda, De amor y otras adicciones) eligió transformarse en una chica fea sin lograrlo del todo, que por culpa de ser una alcohólica la echan de su departamento en Nueva York y decide irse a vivir a la vieja casa natal en las afueras de la ciudad. Una vez allí se reencuentra con un viejo compañero de colegio, que inmerso en la rutina de un bar que heredó de su familia y junto a un par de amigos, luego de unas cervezas, inventan historias con tal de paliar el aburrimiento que sostiene sus días. Lo cierto es que la presencia de la chica en el lugar despierta en los hombres una inquietud que desemboca en una vorágine de violencia, que la joven mujer acompañará, aportando sus propios desvaríos psicológicos.
Es la segunda producción que el español Vigalondo rueda en inglés. Buen exponente del cine indie travieso, su película puede resultar fascinante si el espectador se deja arrastrar por el vacío existencial que identifica a sus protagonistas.