Perfil (Sabado)

“Me han golpeado mucho”

El director español, a los 51 años, estrena El bar en nuestro país y celebra la libertad que han traído las nuevas plataforma­s a los relatos. Explica por qué el cine hoy vive de diferentes formas, y opina que insistir con llevar al público a las salas es

- JUAN MANUEL DOMÍNGUEZ

Mi frase sería ‘Soy Alex de la Iglesia y hago mi trabajo’”, dice Alex de la Iglesia, parafrasea­ndo a John Ford. Desde el éxito global de El día de la bestia (su segundo film, de 1995) hasta su presente, el estreno local el 8 de junio de El bar, su nueva película, De la Iglesia se considera “nada más que un trabajador”. En El bar, juega otra vez con los extremos: un grupo de seres cotidianos debe convivir bajo un mismo techo, el de un bar, gracias a una situación extraordin­aria. Es, claro, una película que mira a los ojos a nuestras miserias. “Sí puede ser una película enojada. Puede que El bar sea una película enojada”, dice De la Iglesia.

—¿Qué te sigue divirtiend­o de hacer cine?

—Fundamenta­lmente todo. El único espacio en que me he sentido cómodo en mi vida ha sido mientras hago películas. Es lo que más me apetece hacer. He hecho 14 películas y me siento como si hubiera hecho sólo una. Seguro, con el tiempo se dan dos aprendizaj­es: uno a nivel técnico, seguro, y uno a nivel emocional. En el sentido de que sabes poner la otra mejilla, o si te dan con fierro sabes mover el cuerpo para que no te den en la columna…

—¿Te han dado muchos golpes en la columna?

—Me han dado varios. Y sigo todavía en pie. Tengo 51 años, he hecho 14 películas y ahora estreno ésta. Eso ya es un éxito.

—Esas 14 películas son tu obra; algunos las adoran, otros han sido duros. ¿Cómo te ves como autor hoy?

—Es necesario que haya algunos que las detesten. Directores como John Carpenter también son odiados, y yo los amo. Cuando sigues a alguien que todos quieren no tienes ningún tipo de personalid­ad. El gustarle a todo el mundo es no gustarle a nadie.

—Pero ¿no consideras que has logrado ser un director distinto, al menos?

—La identidad no se busca. No hay un cerebro pensante maquiavéli­co. Es la vida. No diseñas con quién te casas. No haces esquemas, encuestas de mercados con tus amigos, ver tu costo de vida. Lo mismo pasa con el cine.

—Pero mucho del cine actual contemporá­neo, las grandes películas de Hollywood, se generan así: testeos, esquemas, diseño de estrategia­s, ¿qué te genera eso?

—Estamos hablando de personas, no de abogados. Esas películas no las hace un director, ni siquiera las hace un estudio, las hace un colegio de abogados. La hace un tío que en lo primero que piensa ni siquiera es una película que va a estrenar. Es una fecha. Por ejemplo: 14 de marzo. Entonces ven qué se estrena. Y cincuenta personas piensan qué van a hacer. Ven qué se estrena por esos días. Romanos. Romanos no, entonces. Terror. Terror no, entonces. A partir de la fecha ven qué días filman, y después ven, llamando a las agencias de actores, quién puede actuar. Tal, tal y tal. OK, entonces “tal, tal y tal”, y de ahí se piensa el tema. Al último que llaman es al director.

—¿Es más difícil filmar en España en este momento?

—Vivimos en un momento en el que un montón de compañeros y colegas están haciendo cosas muy interesant­es, un gran cine. No sé si es más difícil. A mí antes me costaba menos. Ahora levantar un proyec-

to cuesta más. Es una cuestión del mundo entero. El mercado está establecie­ndo algo terrible, o hacemos películas gigantes, que luchen en primera división, como Guardianes de la galaxia o Avengers (que son grandes produccion­es para que vayas al parque temático) o películas de menos de un millón. Lo que antes llamábamos cine, el que costaba entre tres y cinco millones, está desapareci­endo. —¿Te preocupa?

—No, no, no, es un momento fascinante, porque han entrado en juego nuevos protagonis­tas, como las plataforma­s digitales, y eso va a cambiar las reglas de la partida. —¿Por qué crees que todo va a cambiar?

—Hemos eliminado a los intermedia­rios. Están los productore­s y los que exhiben. No hay distribuci­ón. Ya no necesitas a las grandes compañías de distribuci­ón. ¿Por qué crees que ha costado tanto? Hay gente muy enfadada con el tema.

—¿Qué crees entonces que representa esta nueva edad dorada de las series? —Al ser el formato independie­nte, ya no depende de dónde

“El cine es el único espacio de mi vida donde me he sentido realmente cómodo.”

lo ves. El cine como acto para nosotros es sentarte, apagar la luz y estar una hora y media en ese espacio. Ahora se maneja otro formato, donde puedes pararte y hacer otra cosa y volver. Donde ya no es necesario que sea una película de hora y media. Puede ser una película de quince horas o una serie a gusto. Se destruye el formato. Y eso es bueno. —¿Qué atrae más de ese mundo ahora?

—Ya no estamos atados al mundo biempensan­te. Brea

king Bad no tiene que quedar bien con nadie. No hay medida. Puedes contar la historia que quieras. Me gusta la libertad para contar cualquier cosa. En el momento en que los grandes hacen películas para Netflix, Scorsese, Allen o Spielberg, se acabó el titubeo.

—Pero hay cierta melancolía de querer ver a Scorsese o Spielberg en un cine, con el peso que eso tiene. ¿O no?

—Soy el mayor defensor del cine. Yo amo las pantallas. Pero más me interesa que haya historias, y no matarlas por el hecho de que no estén en el cine. Si el público no quiere ir, hay que ir donde esté el público. Nos debemos al público. No voy a estrenar mis películas en pantallas donde no hay nadie.

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 ??  ?? CARRERA. Junto a Raphael. Trueba, Mitterrand, Alex y Almodóvar. Filmando Messi.
CARRERA. Junto a Raphael. Trueba, Mitterrand, Alex y Almodóvar. Filmando Messi.
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MAXIMILIAN­O VERNAZZA
 ??  ?? NUEVO PECADO. Con El bar, Alex de la Iglesia llega a su film número 14. Se mofa de la sociedad y sus mentiras desde una premisa que sorprende por su intensidad.
NUEVO PECADO. Con El bar, Alex de la Iglesia llega a su film número 14. Se mofa de la sociedad y sus mentiras desde una premisa que sorprende por su intensidad.
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