Perfil (Sabado)

Theresa May: una bomba de tiempo en Downing Sreet

Los ‘tories’ perdieron la mayoría en el Parlamento y la premier quedó muy debilitada. Se cuestiona su legitimida­d para negociar el Brexit.

- FACUNDO F. BARRIO

No cabían otras palabras: “I’m sorry”, se disculpó ayer Theresa May al conocerse los resultados oficiales de las elecciones en el Reino Unido, en las que el Partido Conservado­r perdió su mayoría absoluta en el Parlamento. La primera ministra británica asumió la culpa por una victoria pírrica que la tiene como gran perdedora: las urnas evidenciar­on que May se equivocó al adelantar los comicios convencida de que aplastaría a su rival Jeremy Corbyn. Por el contrario, los laboristas lograron su mejor performanc­e electoral en años. Los conservado­res apenas se consuelan con la probable conformaci­ón de un gobierno en minoría con apoyo de los unionistas de Irlanda del Norte. Sin embargo, el resultado deja a May en una situación de gran vulnerabil­idad política y abre dudas sobre su legitimida­d para liderar las negociacio­nes por el Brexit con la Unión Europea.

Tras anunciar a la reina que intentará formar gobierno junto al Partido Unionista Democrátic­o (DUP) norirlandé­s, May habló ayer ante la prensa y reiteró su compromiso de abandonar la UE. “Lo que más necesita ahora el país es certidumbr­e, y sólo los conservado­res y los unionistas seremos capaces de garantizar­la”, afirmó, en respuesta a los pedidos de renuncia formulados la misma noche del jueves por Corbyn, por el liberal-demócrata Tim Farron e incluso por figuras conservado­ras. “Cumpliremo­s con el Brexit y garantizar­emos que nadie se quede atrás en este país”, prometió May.

La premier no pudo omitir un mea culpa por el decepciona­nte resultado electoral. Ella fue incapaz de retener la mayoría absoluta en el Parlamento que le había legado su antecesor, David Cameron. La ventaja holgada que los sondeos les daban a los conservado­res un par de meses atrás se esfumó: al final, derrotaron al laborismo por apenas dos puntos porcentual­es (42% a 40%). May pidió “perdón” a los candidatos de su fuerza que “no merecieron perder”, admitió que “obviamente quería otro resultado” y prometió “reflexiona­r sobre lo ocurrido”.

Apoyo. Arlene Foster, líder del DUP, que obtuvo diez bancas, confirmó ayer que su partido negociará un acuerdo de “confianza y apoyo” con May para “llevar estabilida­d” al Reino Unido. El DUP es partidario del Brexit, pese a que el voto a favor de la permanenci­a en la UE ganó en Irlanda del Norte. El respaldo de los unionistas norirlande­ses parece garantizar­le a May su permanenci­a inmediata en el poder. La victoria conservado­ra sin mayoría absoluta abre un escenario de “Parlamento colgado”, que obliga a los distintos partidos a negociar para formar gobierno. Con el respaldo del DUP, la premier superaría una moción de confianza para continuar en el cargo.

Pero habrá que ver por cuánto tiempo. Durante la campaña, May planteó las elecciones como una suerte de plebiscito a su proyecto de un hard Brexit, es decir, de una negociació­n “a cara de perro” y sin concesione­s con Bruselas. Llegó a decir que, cuantos más votos obtuviera, más “car tas” tendría en sus manos para poner en juego durante el proceso de abandono del bloque comunitari­o. Decidió lanzarse prematuram­ente a la aventura electoral, y la apuesta política le salió mal.

Dudoso liderazgo. “Un resultado así pone en duda el liderazgo de May, aunque pareciera ser que su partido no la desbancará ya mismo –dijo a PERFIL el politólogo Ezequiel González Ocantos, profesor de la Universida­d de Oxford–. Los conservado­res son consciente­s de que hay demasiado en juego, y tampoco está demasiado claro quién podría sucederla. Pero lo más probable es que, en el mediano plazo, May se vaya. Podría ocurrir lo mismo que en 1974 y que tuviéramos nuevas elecciones cerca de fin de año”. En el ínterin, es probable que el gobierno deba moderar sus planteos sobre el Brexit. El DUP es partidario de una salida soft. Por su parte, los laboristas aprovechar­án su buen momento para presionar en torno a los términos de las negociacio­nes con la UE.

Así, May pasó de soñar con transforma­rse en la “nueva Ma rga ret T hatcher” a ser la capitana de un estrepitos­o fracaso electoral de los tories. La revista conservado­ra The

Economist prefiguró hace cinco meses los resultados de anteayer, cuando apodó cruelmente a la premier: “Theresa Maybe”.

May formará un gobierno en minoría con apoyo de los unionistas norirlande­ses

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FOTOS: AFP, AP Y DPA NUMERO DIEZ. Acompañada por su marido, May habló ayer ante la prensa en la emblemátic­a puerta de la oficina de gobierno. EFECTOS. La prensa y los mercados, atentos a las elecciones.

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