De la Iglesia vuelve a sus mejores enojos contra lo común
EL BAR Dirección: Alex de la Iglesia Guión: Alex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría Intérpretes: Blanca Suárez, Alejandro Awada, Mario Casas, Secun de la Rosa, Carmen Machie y Jaime Ordóñez
Se ha convertido en un deporte entrarle directamente a las costillas a cada nueva película de Alex de la Iglesia, nombre vital para la refundación del cine de género iberoamericano. Suena a queja, pero lo cierto es que en determinados films, aunque se notan las encías de cine, la ansiedad siempre cinéfila, el trazo grueso ya no juega de forma tan ambivalente como lo hacía hace décadas. El español De la Iglesia siempre ha sido una bestia, pero a veces pasaba de estar agazapado a estar directamente saturado de sus propios instintos.
Con El bar, y ya había comenzado con Mi gran noche, De la Iglesia se ha puesto coral, ha decidido que sus personajes ahora serán directamente un batallón. Siempre fue parte de su estilo, pero particularmente en estos dos films, el grupo, la variedad humana, implica un enojo: De la Iglesia parece cansado de la hipocresía cotidiana y decide taclearla apenas pisa la pantalla. Si bien su odio es genuino, a veces es simplemente demasiado explosivo, demasiado furioso. Aquí en El bar se sale del mundo del espectáculo berreta del film anterior y decide tomar una serie de estereotipos modernos como sus focos de enojo. Entonces aparecen formas nuevas de lo insoportable cotidiano: el oficinista, el pequeño fascista retirado, la absorta en sí misma, el hipster que se cree moral, la dueña del bar (que hasta cuando es buena es violenta), el marginal y así la lista.
Una vez todos juntos, bajo el mismo techo, De la Iglesia entonces se frota las manos y se lanza a un film de encierro, físico, y le sale muy bien el juego. Lo que era estereotipo no pierde su condición, pero eso no implica que no haya un gran trabajo de actuación. De la Iglesia cree en el cine antes que en la peña de un bar, y nos deja en claro, muy clarito, el porqué.