DULCES SUEÑOS
Título original: Fai bei sogni Dirección: Marco Bellocchio Guión: Valia Santella, Edoardo Albinati y Marco Bellocchio, adaptada de la novela homónima de Massimo Gramellini Intérpretes: Valerio Mastandrea, Bérénice Bejo, Fabrizio Gifuni, Emmanuelle Devos y Piera Degli Esposti Origen: Italia (2016) Duración: 134’ A sus 77 años, Marco Bellocchio continúa siendo un inconformista, aunque su cine actual conserva cierta calma inmersa en la nostalgia, que hace la diferencia respecto de los explosivos cuestionamientos familiares y políticos de sus comienzos, con films como Las manos en los bolsillos o La Cina è vicina. Entre los últimos, en Bella
addormentata trató la eutanasia, y en el que comentamos, la trágica muerte de una joven madre y los secretos que la familia le escondió al hijo a lo largo de cuarenta años. Massimo fue la compañía perfecta de su madre cuando él apenas tenía unos 10 años. Con ella bailaba, paseaba, jugaba a las escondidas en la casa, y ese vínculo creó una relación simbiótica que el muchacho, después de la desaparición de la mujer, nunca pudo superar. Quizás por ese aprender a observar a su madre en la infancia siempre tuvo la inquietud de hacerse preguntas sobre la existencia. Periodista deportivo y cronista de guerra después, el muchacho cargó con el estigma de por qué aquella mujer no se despidió de él antes de morir. Ese hecho se termina convirtiendo en una obsesión, quizás la misma con la que el director narra su film, con planos quietos que describen la nostalgia de las pérdidas, elipsis temporales y una descripción exacta de esa clásica hipocresía de tantas familias, que en su interior esconden la culpa de un secreto inconfesable.