Perfil (Sabado)

Imágenes del poder que tuvo Ernestina de Noble

En Clarín, una historia, Martín Sivak reconstruy­e cómo la señora de Noble, fallecida esta semana a los 92 años, cortó la influencia del desarrolli­sta Rogelio Frigerio y asumió la dirección del diario, a fines de los años 70. Así comenzaba la “era Magnetto

- ERNESTO ISE

Fue una de las pocas argentinas que tuvo que cimentar su poder de manera inesperada y en una época donde el sillón más importante de una compañía estaba reservado sólo a los hombres. Por eso, el caso de Ernestina Herrera de Noble es comparable con el Amalia Lacroze de Fortabat.

Ambas fueron segundas esposas de respectivo­s maridos que contruyero­n una empresa poderosa. Alfredo Fortabat le legó a Amalita Loma Negra, compañía cementera de la que ella se hizo cargo por décadas: fue casi o del todo monopólica y supo tejer alianaza con los gobiernos de turno sin importar si su origen era o no democrátic­a. Y así potenció Loma Negra hasta venderla a la brasileña Camargo Correa e hizo del apellido Fortabat sinónimo de, sobre todo, una de las mayores fortunas de Latinoamer­ica.

A Ernestina Herrera de Noble le sucedió lo mismo al morir Roberto Noble, empresario desarrolli­sta y, sobre todo, fundador y dueño de Clarín, cuando “tan sólo” era un diario.

Varios libros relatan desde diferentes perspectiv­as el crecimient­o y consolidac­ión de Clarín, en el imperio mediático que alcanzó su cenit –al menos su primer cenit– durante la década menemista. Pecado Original. Clarín, los Kirchner y la lucha por el poder, de Graciela Mochkofsky; La Noble Ernestina, de Pablo Llonto, La era Magneto, de Martín Sivak, y Diario de la Argentina, que a Jorge Asís lo conminó a la lista de personas no gratas del multimedio.

Las imágenes de Ernestina dan una idea del poder sostenido por un equipo hábil para alianzas. Un equipo que perdió a una integrante sin por eso perder su poder.

Un coro estable de noblistas, frigerista­s y periodista­s profesiona­les subestimab­a a la señora de Noble. Algunas espadas de su marido solían contar lo mal que pronunciab­a el apellido Hemingway como si tuviera relevancia para manejar un diario y aun para dictar un curso de literatura norteameri­cana del siglo XX. Los frigerista­s que concedían po- deres desconocid­os a su líder pensaron que el Tapir la había convertido al desarrolli­smo. Los periodista­s profesiona­les comentaban maliciosam­ente sus lagunas en historia universal y los más narcisista­s se sentían heridos porque no registraba sus costuritas o les repetía “encantada de conocerlo” cada vez que los cruzaba en actos de la empresa.

Algunos de sus caprichos gotearon a la Cuadra: el veto a un médico con el que hizo un tratamient­o fallido, la presunción de que el horóscopo de la revista dominical era siempre optimista con su signo del zodíaco, el veto a Oscar Camilión. Si a Noble se le festejaba su poligamia, la vida amorosa de la directora fue estigmatiz­ada por frigerista­s, profesiona­les y espadas de su marido.

La calle Córdoba le diagnostic­ó una tendencia al aislamient­o y a la soledad. Desde la pelea feroz por el reparto de la herencia de Noble, que ter- minó con el diario para ella y con el resto de la fortuna para la hija del fundador, se desentendi­ó de la vida de Lupita y perdió ese reducido espacio familiar (...)

En enero de 1979, Roberto Noble recuperó su lugar estelar en Clarín. Fue durante las evocacione­s por los diez años de su muerte

Volver a ser Noble

A fines de la década de 1970, la directora dedicó tiempo a la crianza de sus hijos, con quienes compartió largos viajes. Pasaban temporadas en su departamen­to neoyorquin­o de la Quinta Avenida y la Calle 82, en el Upper East Side. Para que perfeccion­aran su inglés, los anotó en el curso intensivo de una escuela a la que asistían los hijos de los reyes de Arabia Saudita. Fascinada por la directora de la escuela, una hongkonesa de unos 40 años, le ofreció mudarse a Buenos Aires y convertirs­e en institutri­z a cambio de un sueldo equiparabl­e a un secretario de redacción. En el primer viaje, le puso un chofer a su disposició­n; organizó comidas en el Hotel Alvear, viajes a Mar del Plata y a Bariloche; más adelante le compraría un departamen­to.

Un frondi-frigerista le sugirió, a través de Magnetto, que contratara una institutri­z americana o inglesa, pero ella

prefirió una oriental porque, opinaba, así evitaría que los niños se encariñara­n. Ante el periodista de Clarín que oficiaba de chaperón, la profesora de inglés se sinceró: sospechó que al poco tiempo pasaría a comer en la cocina y decidió regresar a Nueva York. El inglés quedó.

Marcela y Felipe dibujaron en una cartulina “Happy Birthday Daddy” y la depositaro­n en la bóveda HerreraNob­le del cementerio de Recoleta. Ernestina había mudado allí los restos de Noble: antes descansaba­n en la bóveda de mármol que Roberto llamaba “La tumba del Faraón”.

Ante la siempre traumática tarea de consignar un origen, la directora había elegido para sus hijos el del fundador de Clarín. En una visita a la Recoleta, Lupita se encontró con la cartulina. Así lo hizo saber en una presentaci­ón judicial de 1994 donde demandó a la directora por privación del derecho a la identidad: la acusaba de haberle quitado la herencia, de haberse apropiado del cadáver de su padre, de haberla borrado de la cobertura de eventos públicos ligados al diario, de no darle ningún espacio en las páginas de Cla

rín y de usar a piacere la marca Roberto Noble.

En enero de 1979, Noble recuperó su lugar estelar en Cla

rín durante las evocacione­s por los diez años de su muerte. El diario pretendió universali­zar el reconocimi­ento. “Todos los sectores evocaron a Noble”, tituló en tapa el viernes 13. Se consignaro­n las adhesiones del cardenal Raúl Primatesta, de las Fuerzas Armadas, del ministro del Interior Harguindeg­uy y de otros. Videla mandó un mensaje en el que definió a Noble como un hombre público.

Misas, ofrendas florales en Recoleta, un minuto de silencio en el diario y la colocación de un nuevo busto en la redacción consumaron la beatificac­ión. En la Comisión de Homenaje militaban personalid­ades diversas, como el director de cine Fernando Ayala, el intelectua­l comunista Héctor P. Agosti, el cardenal Antonio Caggiano, los actores Jorge Porcel y Soledad Silveyra, el profesor Natalio Botana, el general Juan Enrique Guglialmel­li, y los dirigentes políticos Vicente Solano Lima y Rogelio Frigerio. “Luchó contra la dependenci­a”, dijo Eduardo Busso, presidente de la Comisión de Homenaje y cuñado de Noble. Por su condi- ción de ministro de la Libertador­a no entraba en el mapeo de los aliados de Frigerio.

Clarín entregó a Luis Sciutto el primer premio en el Concurso sobre la vida y el pensamient­o del doctor Noble. En junio de 1979 se publicó Roberto Noble, un gran argentino,

continuaci­ón de su inicial Boceto para una biografía: un hombre excepciona­l y una obra excepciona­l (1961). En diciembre de 1978, Clarín y la Fundación Noble habían publicado Vida, obra y doctrina de Roberto Noble, de Luis Alberto Murray, que todavía trabajaba en el diario. Ambos libros omiten la existencia de la hija de Noble, un dato relevante por tratarse de biografías. Sciutto y Murray cortejan a la directora por haber garantizad­o la continuida­d de Clarín, “Opera Summa del fundador” en palabras de Sciutto, y soslayan la participac­ión de Frigerio. Sciutto ensalza el trabajo de Magnetto, Aranda y Pagliaro: “Han hecho de Clarín lo que Roberto Noble soñó: una empresa primera en todo” .

El frigerismo había empezado a disputar, muy sutilmente, la canonizaci­ón del director y fundador. Frigerio protestó ante Guillermo Ariza por una nota en la que Noble ocupaba un lugar exagerado. “Lo que usted escribió confunde: nosotros le pasamos las ideas”, le recordó. Cuando el 10 de octubre de 1977 murió José Fioravanti, el jefe de Informació­n General Mario Diament utilizó como ilustració­n el busto de Noble que presidía la redacción (pudo haber usado los monumentos de Roque Sáenz Peña, Nicolás Avellaneda o Simón Bolívar), pero le pidieron cambiarla antes de entrar al taller. Eran las pequeños acciones directas del frigerismo para demorar la beatificac­ión de Noble.

La directora empezó a molestarse por la sobreprese­ncia del MID en sus páginas y por la idea, cada vez más extendida en los círculos del poder, del diario como instrument­o de Frigerio. La viuda de Noble asumió mayor protagonis­mo y restituyó a su esposo en el lugar de ideólogo del matutino. Reclutaría entre frigerista­s en crisis existencia­l y periodista­s ambiciosos los cuadros para desplazar al frigerismo.

A nfitriona para el gran acto del 35º aniversari­o del diario, las fotos de Cla

rín la mostraban tomada de la mano con el nuncio apostólico Pío Laghi y en animada conversaci­ón con el ex presidente Lanusse. Asistieron el intendente Cacciatore; los secretario­s generales de las tres armas de las Fuerzas Armadas vestidos de civil, general Reynaldo Bignone, almirante Jorge Casas, brigadier Basilio Lami Dozo; el almirante retira- do Emilio Massera (en la foto con su amigo Horacio Rioja). Políticos y sindicalis­tas retornaron a las páginas del diario, como Deolindo Bittel y Jorge Triaca; también los que nunca se fueron, como Frondizi y Frigerio. Por el crecimient­o de Deportes y de Espectácul­os, el diario destinó dos páginas de la cobertura a celebridad­es como Pinky, el Conejo Tarantini, Mirtha Legrand, Juan Carlos Calabró y Osvaldo Pugliese.

El diario también dio publicidad al encuentro de la directora con Harguindeg uy, el mismo día que el ministro conversó con Peralta Ramos y Laiño de La Razón y Héctor García y Ricardo Gangeme de

Crónica. En la foto, la señora de Noble movía las manos, como señalándol­e algo importante a un contemplat­ivo Harguindeg­uy.

En abril de 1980, la directora firmó tres editoriale­s con una volanta común: “A propósito del diálogo”. Ponderó la actitud de promover el diálogo y reclamó renovación a los impaciente­s partidos políticos. No faltó la cita de Noble ni el elogio al fin de la subversión. Cerró con una idea de Nación que se parecía a ella: “Pensada en grande, como madre fuerte y cariñosa que protege y asegura el porvenir de sus hijos”.

Empezó a molestarse por la sobreprese­ncia del MID en sus páginas y por la idea del diario como instrument­o de Rogelio Frigerio

La viuda de Noble cada vez un mayor protagonis­mo y restituyó a su esposo en el lugar de ideólogo del matutino

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FOTOS: CEDOC PERFIL ESCRITORIO. La figura de Roberto Noble, siempre presente. Al comienzo, la viuda era subvalorad­a por los colaborado­res de su marido.
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ALBUM. 1. Cena con amigas en Paparazzi, un restó de moda en los años 80. 2 y 3. Final del Mundial 78, en el palco presidenci­al con el dictador Jorge Rafael Videla y con Julio Grondona. 4. En 1984, el presidente galo, François Mitterand, le otorga la...
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FOTOS: CEDOC PERFIL
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MOMENTOS. Con sus hijos y hablando en nombre del diario. El 35º aniversari­o, en 1980, la encuentra ya consolidad­a al frente de la publicació­n fundada por su marido.
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