Con la China Suárez como una dominatrix
Es la ópera prima de Federico Cueva, un especialista en efectos especiales y escenas de riesgo, que acá se da el gusto de divertirse en grande, con un buen producto comercial que casi no cuenta con un guión, aunque son cinco los nombres que lo firman. Dada la especialidad del realizador, persecuciones, autos que explotan y hasta una estrella de David que se desploma hacia el suelo en una sinagoga son parte de este film que entretiene por momentos con sus disparatadas situaciones.
En esta comedia de acción se mezclan la religión católica y la judía, de allí que parte de su humor provenga de ambas comunidades, no siempre con su esperado efecto. Su protagonista es un delincuente joven que en complicidad con una conocida se dedican a engañar a hombres de negocios con el fin de extorsionarlos.
Con la China Suárez en el papel de una dominatrix, el protagonista (convincente Peter Lanzani) es víctima de una persecución implacable por parte de un grupo de mafiosos que intentan obtener la fórmula de un laboratorio, que se presume la dominatrix le robó a un ejecutivo de negocios antes de que éste partiera al más allá.
Lo cierto es que, mientras escapa de sus perseguidores, el muchacho se mezcla con un grupo de la comunidad ortodoxa judía e intenta hacerse pasar por uno de ellos para conseguir albergue en una casa a cargo del rabino Mendi (estupendo papel a cargo de Luis Brandoni). Comedia de acción, que juega con el título de aquel film del agente 007, tiene un ritmo vertiginoso y dos lamentables participaciones: las de Gérard Depardieu y Santiago Segura.