Cinco casos de rabia.
Los detectaron en murciélagos en Buenos Aires. Piden vacunar mascotas.
“Años atrás estaba mirando la televisión cuando la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció que Argentina iba a exportar litio”, recuerda el científico Ernesto Calvo como aquel momento que dio un giro a su investigación dedicada a la electroquímica. Sin dudar, el ganador del concurso internacional Bright Minds Challenge que fomenta el uso de energías renovables le escribió de inmediato al ministro de Ciencia y antiguo compañero de estudios, Lino Baraño, para advertirle: “Que no se lo lleven por nada”.
Luego de una visita a Jujuy en 2012 para ver el proceso de obtención de litio de los salares “tomamos conciencia de la magnitud que significa evaporar millones de litros de agua y se nos ocurrió lo que cualquiera hubiera hecho después de treinta años de electroquímica: usar la misma tecnología de las baterías para extraer litio, y funcionó”, comenta Calvo, director del Ins- tituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (Inquimae) de la UBA y el Conicet.
—¿En qué consiste el proyecto ganador?
—Es un reactor electroquí- mico que tiene dos electrodos que se pueden imaginar como dos esponjas, una que es selectiva a litio y la otra a cloruro, y que extrae el cloruro de litio en la salmuera. En una segunda etapa, retiro la sal- muera y coloco un líquido de recuperación, que es una solución muy diluida de cloruro de litio y ahí aplico una corriente eléctrica obtenida a partir de paneles solares en una región como la Puna en donde el sol es premium. Mediante esa corriente eléctrica, recupero en el líquido que puse el cloruro de litio de alta pureza en una sola operación.
—¿Qué ventajas tiene respecto del actual proceso de extracción?
—Es mucho más rápido, son horas y no meses. Gasta mucho menos energía porque la mitad del proceso es una batería y en la segunda mitad utilizo energía solar. Además este método es altamente selectivo en litio y no se contamina con sodio, que es uno de los problemas cuando uno quiere tener un material grado batería. Es limpio porque no se pierde agua por evaporación, no se agrega carbonato de sodio como en el proceso actual y no se generan residuos químicos.
—¿Cómo continúa el proyecto?
—Ahora estamos en la etapa de hacer el escalado del reactor para probar que funciona industrialmente. Desarrollamos este proceso con la UBA y el Conicet en Inquimae y queremos tener un centro en Jujuy que en unos años sea referente mundial de litio. Hay miles de millones de dólares bajo el suelo y también queremos tener los recursos humanos y la tecnología.
—¿Argentina está desaprovechando una oportunidad?
—Todo depende de quién. Hay comunidades que viven en el Altiplano hace miles de años y ¿qué les queda? El residuo. No les queda nada, porque la regalía minera a valor de boca de mina, que es la salmuera, es muy baja. Con este tipo de procesos se puede dar valor agregado. Habrá más
y más demanda de litio en el mundo, y lo que pretendo como argentino es que esto dé puestos de trabajo, que lo que se exporte sea de mayor valor agregado. —¿Cuál es el valor del litio y el de las baterías?
—Hoy el valor carbonato de litio es de US$ 9 mil la tonelada mientras que el costo de las baterías es no menos de US$ 20 mil.
—Se suele llamar al litio “el oro blanco”. ¿Qué opina de esa denominación?
—Los compuestos químicos del litio se usan en la industria farmacéutica, en vidrios, cerámicos, aleaciones aeroespaciales y en baterías. El mercado de baterías era de 7% en 2012 y con el advenimiento de los autos electrónicos será, según el Informe Roskill, del 50% en 2026. En los últimos 25 años nuestra forma de comunicarnos cambió por el celular y esto no sería posible si no tuviera una batería de litio. En los próximos 25 años los autos eléctricos van a cambiar nuestra forma de movilizarnos. Cada auto tiene una batería con 4,5 kilos de litio, lo que equivale a 17 mil celulares. No es la soja, son el litio, el viento y el sol a lo que tenemos que apuntar.