Perfil (Sabado)

Treinta mil víctimas

- DANIEL LINK

En la Carta abierta de un escritor a la Junta Militar (1977), Rodolfo Wa lsh define una verdad histórica que hoy pretenden poner en entredicho sectores canallesco­s de la sociedad. Walsh escribe: “En un año ha habido 15 mil desapareci­dos, 10 mil presos y 4 mil muertos”. No incluye en la nómina a los niños apropiados y tampoco a quienes morirían después de marzo de 1977, incluidos los combatient­es de Malvinas. En todo caso, su total, bastante prudente, suma 29 mil.

En El dictador, María Seoane y Vicente Muleiro transcribi­eron respuestas muy escalofria­ntes del dictador Videla sobre el asunto: “No, no se podía fusilar. Pongamos un número, pongamos cinco mil. La sociedad argentina, cambiante, traicioner­a, no se hubiere bancado los fusilamien­tos: ayer dos en Buenos Aires, hoy seis en Córdoba, mañana cuatro en Rosario, y así hasta 5 mil, 10 mil, 30 mil. No había otra manera. Había que desaparece­rlos. Es lo que enseñaban los manuales de la represión en Argelia, en Vietnam. Estuvimos todos de acuerdo. ¿Dar a conocer dónde están los restos? Pero ¿qué es lo que podíamos señalar? ¿El mar, el Río de la Plata, el Riachuelo? Se pensó, en su momento, dar a conocer las listas. Pero luego se planteó: si se dan por muertos, enseguida vienen las preguntas que no se pueden responder: quién mató, dónde, cómo”. El propio Videla da como verosímil la cifra ahora cuestionad­a y menciona dos escuelas de aprendizaj­e: Argelia y Vietnam.

Ese segundo magisterio es particular­mente importante en relación con Rodolfo Walsh, quien en 1972 había traducido para Ediciones de la Flor Johnny fue a la guerra, la novela antibelici­sta de Dalton Trumbo llevada al cine por él mismo un año antes. En un prólogo a la novela fechado en 1970, Trumbo también se había entregado al recuento de víctimas: “A la hora del desayuno leemos que 40 mil norteameri­canos han muerto en Vietnam. En lugar de vomitar, nos servimos una tostada (...). Una ecuación: 40.000 jóvenes muertos = 3.000 toneladas de carne y huesos, 124.000 libras de masa encefálica, 50.000 galones de sangre, 1.840.000 años de vida que no se vivirán, 100.000 niños que jamás nacerán”.

Mucho menos carnal que el recuento del norteameri­cano, el de Walsh, sin embargo, se abre también a una dimensión que excede por completo la mera manía cuantifica­dora. Si los números importan para algo es porque muestran los efectos de un Estado absolutame­nte criminal y absolutame­nte fascista ya no sobre unas determinad­as ideas políticas y quienes con ellas simpatizab­an sino sobre la definición misma de lo viviente, la sustancia humana, tal como escribe Walsh: “Mediante sucesivas concesione­s al supuesto de que el fin de exterminar a la guerrilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener informació­n se extravía en las mentes perturbada­s que la administra­n para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido”.

La figura jurídica “desaparici­ón forzada de personas” y los “detenidos-desapareci­dos” como víctimas de ese crimen comenzaron a debatirse en foros internacio­nales recién en 1980, y a partir de 1983 van ganando legitimida­d (jurídica) hasta su tipificaci­ón universal en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacio­nal (1998) y su incorporac­ión como obligación jurídica vinculante para todos los países signatario­s del Convenio propuesto por la Asamblea General de Naciones Unidas en 2007.

Que haya ignorantes y miserables de derecha que pretenden discutir los numeritos de la dictadura no sorprende en un país barbarizad­o como Argentina. Pero da pena que la izquierda no sepa contestar con inteligenc­ia sus argumentos torcidos.

Es probable que no haya registro de 30 mil “detenidos-desapareci­dos” (como figura jurídica). ¿Y qué? Eso no significa que la dictadura no haya producido mucho más que 30 mil víctimas o, como el mismo Videla dijo en 1979, “muertos-vivos”. La aniquilaci­ón de la sustancia humana: eso es lo irreparabl­e, lo sin olvido ni perdón.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina