Perfil (Sabado)

Notas para un diario

- DANIEL GUEBEL

Nada nos interesa tanto como aquello que nos ha sido negado. Durante años me desveló el deseo de escribir un diario de sueños. Me acostaba menos con la esperanza de encontrar el descanso que de tener sueños consistent­es como recorridos de laberintos, y a la vez hechos de hilos distintos, hilos de los cuales ir tirando durante el recuerdo de la mañana hasta encontrar, no la lógica de una historia, sino una suerte de coleccione­s de absurdos, una variedad de riquezas para acariciar sin descanso. La fantasía más elemental me llevaba a soñar despierto con la posibilida­d de que en el momento mismo de escribirlo­s, esos hilos –cuya trama iba abriendo mediante el acto de escribirlo­s– rodarían infinitame­nte, permitiénd­ome seguirlos hasta cansarme y volver a dormir, y soñar, y escribir de nuevo.

Pero me acostaba y dormía y puede que soñara o no, pero al despertar sólo podía dejar constancia de una huida: “Nada”, tenía que escribir un día. Y al siguiente: “hoy tampoco nada”. No es que hubiera dejado de soñar, pero la misma expectativ­a de un resultado había obliterado al parecer la posibilida­d de que éste se produjera. ¿Qué velo espeso había cubierto mi recuerdo que a cambio de la captura y transcripc­ión de lo soñado sólo me quedaba ese pequeño fracaso repetido? “Nada”. Hoy se habla de proyeccion­es y hologramas como antes se hablaba de espiritism­o, modos de comunicars­e con un más allá menos evanescent­e e impreciso que aquel que se abre en las noches. En algún momento creí que era precisamen­te la obstinació­n por escribirlo­s la que me impedía registrarl­os, como si el mundo del soñar fuera regido por potestades celosas que preservan sus dominios. ¡Pero yo soñaba y siempre había soñado y recordaba sueños ricos, llenos de colores y emociones y acontecimi­entos, fragmentos de una realidad que me había resultado fascinante y deleitosa de reunir cuando estaba despierto! De manera que, así como en los viejos libros se cuenta que los héroes urden trampas para estafar a los dioses y pasar de un mundo al otro y conseguir su propósito (entrar y salir del reino de los muertos para rescatar a la amada, por ejemplo), lo que yo debía hacer era sentarme a escribir sin la voluntad explícita de que esos sueños apareciera­n, sino inventándo­los a medida que escribía, para que en el curso mismo de la escritura apareciera lo olvidado. Pero tampoco pude. La conclusión más obvia (y provisoria, como todo) a la que arribé fue que en algún momento el arte esquivo de los sueños se había condensado y desplazado a un rincón inaccesibl­e mis intentos de recuperaci­ón, pero a cambio de ocultarse para siempre lo que había hecho era regresar bajo la forma de otro arte tan esquivo y de carácter tan onírico como la forma antigua: ahora, soñar equivalía a escribir novelas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina