Perfil (Sabado)

Juego de sutilezas conmovedor en cada uno de sus personajes

- CLARA FERNÁNDEZ ESCUDERO

Elián y Pablo no se conocen en persona. Uno está en Madrid, el otro en Sydney. Se encontraro­n en una red social, se contactaro­n, “ligaron”, coquetearo­n. Y ahora se llaman, hablan por Skype, chatean, pero tienen un nivel de intimidad que pocas parejas logran alcanzar. Y esa relación, que atraviesa altibajos como las de cualquier vínculo amoroso, va variando de tonos y colores con una sutileza tal que hace que, al final del recorrido, esa sensación agridulce que queda flotando entre los espectador­es sea casi palpable.

Es así: Elián es un actor de moda en España, cuya serie ve por internet la mamá de Pablo, que quedó en Buenos Aires. Pablo es un “busca” argentino, que está en Australia y se queda sin papeles, y pasa de trabajo en trabajo hasta alcanzar una situación desesperad­a que conviene no revelar. Porque lo interesant­e en Próximo no es la historia, sino las maneras: cómo se hablan, cómo se buscan, cómo se necesitan, cómo se desean y cómo, eventualme­nte, podrán (o no) vencer esos miedos que nos acechan a los seres humanos a la hora de darnos cuenta de que nuestro destino está irremediab­lemente ligado al de otro cuando nos enamoramos.

Pero Próximo es mucho más que una obra sobre el amor en tiempos de mensajería instantáne­a y redes sociales. Es una obra íntima, aunque la sala del Sarmiento –la primera incursión de Claudio Tolcachir en el teatro oficial– sea más grande que los espacios donde él suele trabajar. Es una obra sobre cuán cerca se puede estar de alguien aún –y especialme­nte– estando lejos.

Más allá de la magistral dirección de Tolcachir, quien a estas alturas sobra describir –sus obras recorren el mundo, llenan salas del off y comercia les temporada tras temporada, su pluma produce textos brillantes, es maestro de actores–, la verdadera gema de esta apuesta es precisamen­te el tono que logran sus intérprete­s: Santi Marín (Elián) y Lautaro Perotti (Pablo) bordan sus personajes con un juego de sutilezas conmovedor. Logran una dinámica en escena que no decae jamás, emocionan y sorprenden. “¿Cómo es tu olor?”, le pregunta en un momento Pablo a Elián. Y esa misma necesidad – la de que esa proximidad se convierta, por fin, en física– se convierte sólo en una excusa de la trama para disfrutar de dos actores que regalan, durante poco más de una hora, una historia que se abre en muchas y que perdura y acompaña, como un perfume sutil, al espectador varios días después de que se enciendan las luces de la sala.

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GZA.CARLOS FURMAN ENSAMBLADO­S. Elián (Marín) y Pablo (Perotti) en un ida y vuelta sutil y cargado de emoción.

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