Perfil (Sabado)

Locomotora Nº 46

- ADRIAN PIGNATELLI*

La culpa la tienen los ingleses. De ellos viene la costumbre, del siglo 19, de veranear en la playa, hábito que por estas tierras comenzó a prender a fines del siglo 19 cuando los porteños abandonaro­n el río y probaron descansar a orillas del mar. Y hacia la costa atlántica se dirigieron.

Cuando el gobernador bonaerense Dardo Rocha visitó Mar del Plata, quedó sorprendid­o por el potencial que encerraba. Hizo llevar el telégrafo, una sucursal del Banco Provincia y otra del Banco Nación. Luego se contactó con Guillermo Moores, gerente general del Ferrocarri­l del Sud, para proponerle ampliar la red ferroviari­a hasta esa naciente ciudad, que por entonces finalizaba en Maipú. Hasta entonces, los pasajeros debían completar el trayecto de 129 km en carreta por caminos que eran simples huellas. Los ingleses prometiero­n concluir el tendido antes de fin del año 1886. Y cumplieron.

La primera formación que los vecinos vieron arribar el domingo 26 de septiembre de 1886 la encabezaba la locomotora n° 46, fabricada por Beyer Peacock tres años atrás. Si bien en los diarios nacionales la noticia sólo mereció un par de líneas, durante varios días hubo festejos en esa ciudad.

El tren demoraba 10 horas en cubrir Buenos Aires – Mar del Plata y poseía dos servicios diarios, uno de ida y otro de vuelta, que comenzaron a implementa­rse el 1 de octubre. La empresa Ferrocarri­les del Sud se transformó en pionera en la organizaci­ón de viajes de lujo, ya que sus trenes incluían camarotes y comedores, provistos de vajilla de primera calidad. Uno de los tantos encargados del coche comedor fue Cipriano Balbín, el papá de Ricardo, el líder radical.

Sam Abbott, gerente de Plaza Constituci­ón –terminal que había sido recienteme­nte renovada- explicó entonces que el almuerzo se serviría a la altura de Chascomús, y le informaba que la Compañía de Tranways “Ciudad de Buenos Aires” disponía de coches para las salidas y llegadas del tren, para traer o llevar a los pasajeros hasta el centro de la ciudad.Además, el tren contaba con un vagón especial para transporta­r caballos de carrera que competiría­n en el hipódromo local, inaugurado el 16 de febrero de 1908. Y con el correr de los años, cuando la ciudad se abría a la clase media, el ferrocarri­l ofrecía paquetes de pasajes ida y vuelta con estadía de hotel.

Para Mar del Plata, el tren significó una explosión de progreso. La ciudad, fundada por Patricio Peralta Ramos en 1874 sólo contaba con fondas o pequeñas casas de pensión. Se destacaba el pequeño hospedaje “La casa amueblada”, construida por Peralta Ramos y luego adquirida por Pedro Luro. Esa vivienda fue el origen del Bristol Hotel, inaugurado con toda pompa –ya que hasta fue invitado Nicolás Romanov, el heredero al trono de Rusia- el 8 de enero de 1888. De ese mismo año es la construcci­ón de la primera rambla de madera bautizada “Carlos Pellegrini” ubicada justo en la bajada de la calle San Martín, que una creciente destruyera en 1890. Al año siguiente, fue abierto el Casino Bristol, emprendimi­ento de los hermanos Lasalle.

La red ferroviari­a, que fue un aspecto distintivo de la Generación del 80, gobiernos de diversos signos políticos se empeñaron en reducirla a su mínima expresión. De aquel primer tren que arribara a Mar del Plata hace ya casi 131 años se exhibe en la estación de la ciudad una locomotora a vapor, rescatada de un olvido de herrumbre y desguace. No se sabe a ciencia cierta si es la del viaje inaugural, pero es un protagonis­ta silencioso de un progreso que parece demasiado lejano.

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CEDOC PERFIL FORMACION. El tren volverá a llegar a Mar del Plata. La primera vez, hace 131 años.

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