Perfil (Sabado)

Cerrado por melancolía

- FABIAN CASAS

En el barrio donde crecí aún hoy hay una galería. Tiene dos salidas, se entra por una avenida y se sale por la otra. Cuando era chico uno de los paseos era ir a recorrerla. Tenía una pequeña piletita donde circulaba agua y un fondo con piedras, todo decorativo. Y en las paredes iconografí­as egipcias, no sé por qué. También había un local que tenía un caballo de madera eléctrico en el que por unas monedas los chicos podíamos subir a cabalgar. Hasta hace poco estaba. La galería resiste, los cuatro cines que estaban entre la avenida Independen­cia y la calle Constituci­ón desapareci­eron: Coto, Electrodom­ésticos, Pare de Sufrir, esas cosas los suplantaro­n. Pero lo que quería contar es que en la galería había una librería muy chica donde yo iba a comprar y cambiar libros. El vendedor era un tipo ligerament­e encorvado, con bigotes, un porteño con pinta de fumador. De pocas palabras, al menos con el adolescent­e que yo era. Compré ahí Crónicas marcianas, el Cuarteto de Alejandría, El astillero de Onetti. Una tarde fui a la librería y la encontré cerrada, pero lo que me llamó la atención fue el cartel que tenía en la puerta: no decía cerrado por duelo o cerrado por balance o cerrado de tres a ocho, decía, simplement­e: Cerrado por melancolía. Y estuvo así dos o tres semanas. Me pareció genial el cartel y empecé a respetar al librero. Tiempo después cayó en mis manos un libro que había escrito el librero y que tenía ese título: Cerrado por melancolía, de Isidoro Blainsten. Leí el relato y lo que recuerdo ahora es que me fascinó. No era un cuento conclusivo a lo Cortázar, era un cuento de atmósfera. Después vi una película que se llamaba Espérame mucho y que estaba basada en un relato de Blaisten que también me gustó. Y di con el que tal vez sea su mejor libro: Dublin al sur. Como el guionista no para nunca, pasó el tiempo y el papá de una novia era amigo de Blaisten. Me contó que Isidoro daba un taller. Yo estaba terminando el secundario y quería escribir desde los once, cuando leí Rayuela. Me anoté en su taller. Fui a dos o tres clases y la pasé mal porque casi todos los que iban ahí eran del Nacional Buenos Aires y escribían mejor que Faulkner. Me acuerdo de un texto muy escatológi­co en la onda lamborghin­iana instalada por Osvaldo en la que un tipo nombraba la concha varias veces. Un hombre de unos sesenta años, que venía y fumaba se paró y dijo: muchachos, yo soy ginecólogo y vengo al taller para olvidarme de mi trabajo, paren con la vajina. Nos reímos. Cuando dejé el taller nunca más volví a ver a Blaisten, pero me acabo de enterar que Emecé va a publicar sus cuentos completos con prólogo de Ana María Shua. Recomiendo enfáticame­nte ese libro para todos los lectores que tengan sus fac…sus fa-cul-tades intactas.

 ?? Nick Anderson, The Houston Chronicle, Houston, EE.UU. ?? AVES DE PRESA. Las reglas de Twitter prohíben mensajes que inciten a la violencia o promuevan los abusos, algo que a menudo hace Trump.
Nick Anderson, The Houston Chronicle, Houston, EE.UU. AVES DE PRESA. Las reglas de Twitter prohíben mensajes que inciten a la violencia o promuevan los abusos, algo que a menudo hace Trump.
 ?? Steve Benson, USA Today, Virginia, EE.UU. ?? PRESENTACI­ON. “Señoras y señores... ¡El presidente de los Estados Unidos!”. Un modo bastante realista de ver el estado de cosas.
Steve Benson, USA Today, Virginia, EE.UU. PRESENTACI­ON. “Señoras y señores... ¡El presidente de los Estados Unidos!”. Un modo bastante realista de ver el estado de cosas.
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