Luto en el humor gráfico por la muerte de Landrú a los 94 años
En época de millenials, instagramers, tuiteros, y demás “agrupaciones” que hacen de la tecnología su oxígeno cotidiano, explicar qué fue Tía Vicenta en el marco de un contexto político argentino peligroso para el librepensamiento –la dictadura de Juan Carlos Onganía del ‘66 – es dar una clase de historia. Esta revista fue inspiradora de muchos de dibujantes y humoristas gráficos y su título se asocia inevitablemente a Juan Carlos Colombres o mejor dicho a Landrú, seudónimo que adoptó en 1947, justo dos años después de publicar su primer trabajo en Don Fulgencio, revista que dirigía otro nombre de peso en el humor gráfico, Lino Palacio.
La mirada ácida que Landrú exponía sobre la Argentina de entonces suma da ala ca ricaruta riza ciónd el mencionado presidente de facto como una morsa en las tapas de Tía Vicenta le valieron la censura a la publicación ordenada por dicha dictadura militar. Otros apodos llevan su sello: “El chancho”, a Alvaro Alsogaray; “La jirafa”, a Arturo Frondizi y “La tortuga” a Arturo Illia, calificativo que con el aumento de la violencia política en el país perdió su efecto humorístico.
El tiempo ubicó a Onganía en el listado de dictadores de la historia argentina contemporánea y a Landrú a desplegar su estilo en publicaciones que integran el listado de títulos de la historia gráfica nacio- nal. Algunos de ellos fueron Rico Tipo, Vea y Lea, El Hogar, Loco Lindo, Medio Litro, Leoplán, Dinamita, Mundo Argentino, Popurrí y Patoruzú. Landrú fue también el primer libretista de Tato Bores, y en 1972 ingresó al diario Clarín, donde publicó hasta 2007. Pero caricaturas suyas hubo también en otros medios nacionales. En 1971, por su producción gráfica, recibió el premio María Moors Cabot de la Universidad de Columbia, otorgado por primera vez a un humorista. La Fundación Landrú que dirige su familia comunicó ayer su muerte a los 94 años.
Fue quien apodó “El Chancho” a Alsogaray y “La Morsa” al dictador Juan Onganía