El héroe adecuado para los millenials
SPIDER-MAN: DE REGRESO A CASA Título: Spider-Man: Homecoming Dirección: Jon Watts Guión: Jon Watts, Jonathan Goldstein, John Francis Daley, Christopher Ford, Chris McKenna y Erik Sommers Intérpretes: Tom Holland, Michael Keaton, Jacob Batalon, Robert Downey Jr. y Zendaya. Origen: Estados Unidos (2017) Duración: 133’
Llega la tercera versión de Spider-Man en quince años: pocas muestras tan concentradas de la omnipotente presencia del género súper como rey de Hollywood. Allá en el 2002, con El Hombre Araña, de Sam Raimi, el personaje volvía a una popularidad por fuera del cómic. Y lo hacía en una película que ridículamente fue tanto fundacional como último mohicano: tenía un estilo personal, muy a la par del director, que hoy es imposible de encontrar, aquí la paradoja, en las decenas de películas de superhéroes que su éxito generó. Desde aquella Spider-Man y su taquilla excepcional, los hombres y mujeres en calzas empezaron a devenir norma antes que pequeña excepción. Pero Spider-Man: De regreso a casa deja en claro quién es el rey a la hora de una pantalla que quiere ser feliz, absurda y aventura.
Los tres formateos a la saga muestran un punto crucial, invencible: Spider-Man tiene que ser un adolescente. No hay Spider-Man sin incomodidad adolescente o, resultado de aquella condición primera, la canchereada verbal inocente pero constante. Y aquí el ac- tor Tom Holland y el director Jon Watts, y claro, los CEO de Marvel, deciden que es hora de abrazar como nunca el factor teen. Por ende, milennial. Eso no implica otra cosa que una versión que no necesita recorrer los grandes hitos, o eructos, de las anteriores: ya no hay Manhattan, ya no hay Daily Bugle, ya no hay media hora del film mostrando el origen. Y hay por primera vez en el universo Marvel en el cine (Iron Man anda por ahí, para mostrar el linaje) un villano humano e inteligente, gentileza de Michael Keaton.
Aunque a veces su telaraña peca de felicidad o entusiasmo, es un placer disfrutar de un superhéroe que está en el momento y la era que mejor le quedan. Por decirlo de una forma simple: es una película hormonal, y hasta sus torpezas se sienten sinceras. Eso sí es un poder en esta era tan rígida a la hora de ser cool y franquicia.