LA FUERZA ACOMPAÑA
Un islote empinado a 15 kilómetros de la costa atrae turistas de todo el mundo: allí se refugiaron los monjes que huían de los vikingos y se filmó la séptima película de Star Wars, que se estrenará en diciembre.
En el suroeste de Irlanda, cerca de la pequeña ciudad costera de Portmagee, el barco es un medio de transporte imprescindible, al menos si uno quiere visitar las islas de la región, que son un escenario de ensueño no sólo para turistas sino también para la Guerra de las Galaxias de Hollywood. Las islas del suroeste de Irlanda son muy diversas. Están despobladas o no tienen más de 600 habitantes. Se puede llegar a ellas en una pequeña lancha, por un puente largo o con el único teleférico que existe en Irlanda. Allí, en el Atlántico, también hay una gigantesca roca sin vegetación que ya estaba habitada hace 1.400 años y ahora se ha convertido en una estrella mediática total. El viaje a esas islas no está exento de dificultades. El viento, que ayer soplaba con una fuerza huracanada, ha amainado. Sin embargo, aunque el oleaje sea relativamente pequeño, hay que estar en buenas
De todas partes peregrinan los fans de Luke Skywalker
condiciones para aguantar sin incidentes la travesía aventurera de 90 minutos de duración, en un pequeño buque de vapor de excursión con capacidad para sólo 12 turistas. El destino se llama Skellig Michael, una empinada isla rocosa situada a 12 kilómetros del puerto pesquero de Portmagee. En el condado de Kerry, no sólo cada niño sabe que en este lugar mítico se rodó la escena final de la película Star Wars: el despertar de la fuerza. Desde todas partes del mundo peregrinan a este sitio los fans de Darth Vader y Luke Skywalker. Efectivamente, es posible experimentar una sensación sobrenatural o extraterrestre subiendo los 618 escalones cavados en piedra. Y hay que tener buenos pulmones y caminar con pisadas seguras para salvar el desnivel de 180 metros. También hoy, esta región,
adonde en el siglo VII se retiraron monjes para estar muy cerca de Dios durante el supuesto fin del mundo y para ponerse a salvo de los asaltos de los vikingos, está protegida del turismo de masas. En Skellig Michael, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, sólo pueden atracar 15 barcos al día, o sea, un total de 180 pasajeros, y sólo de mediados de mayo a finales de septiembre. “Gracias a Star Wars, muchas cosas han mejorado para nosotros. El número de turistas es significativamente más alto”, dice Gerard Kennedy, propietario del hotel-restaurante Moorings, en Portmagee. Sin embargo, el verano es corto y muchas veces las excursiones planeadas a Skellig Michael tienen que cancelarse a causa del mal tiempo. Gracias al cambio de la situación, también los jóvenes confían otra vez en el futuro de la región, lo que es una condición para detener el éxodo hacia Dublín o incluso hacia el extranjero. Bridget O’Shea nunca ha pensado en abandonar su lugar de origen. Vive en la isla de Valentia, comunicada por un puente con Portmagee. Allí trabaja en el “Skelligs Experience Visitor Center”, donde los visitantes se preparan para un viaje a los tiempos de los primeros monjes y reciben más información sobre el paraíso ornitológico de las islas. “A mí me gusta vivir en Valentia. No necesito el bullicio de los grandes centros urbanos”, dice la joven mujer, muy segura de sí misma. John O’Sullivan tampoco se ha sentido nunca atraído por destinos lejanos. Desde A PULMON. Hay que ascender 618 escalones cavados sobre piedra para llegar a la cima del monte. Si bien es concurrido, no hay turismo de masas. hace 40 años navega a Garinish Island como capitán del Harbour Queen y saluda a cada uno de los pasajeros con un apretón de manos. A principios del siglo XX, la pequeña isla, de 15 hectáreas y árida en aquel entonces, fue comprada por un particular que la transformó en un paraíso floral. Actualmente está despoblada y es administrada por el Estado. Quien quiera pasar un día en medio de la soledad también se sentirá a gusto en Dursey Island, en el extremo suroeste de Irlanda. Un puñado de personas vive en la esta isla, un destino secreto para senderistas. En pocos minutos se puede llegar a ella en teleférico, con una sola cabina para seis personas. La instalación, construida en 1969, está bastante deteriorada pero cumple su objetivo. Regresamos a Portmagee. En el pub de Gerard Kennedy, los visitantes hablan por la noche con entusiasmo de las aventuras vividas durante el viaje en barco a Skellig Michael y del despertar de la propia fuerza. Los turistas posan junto a Darth Vader delante de un letrero que dice: “May the craic be with you” (“Que la diversión te acompañe”). También en la nueva entrega de “Star Wars” se podrán ver escenas de Skellig Michael. Kennedy espera ansiosamente el estreno de la película, previsto para diciembre próximo, y desea que la publicidad turística en torno a la región continúe el mayor tiempo posible.