Perfil (Sabado)

Dilemas del nuevo capitalism­o

- FEDERICO POLI *

Hace falta un esfuerzo mayor para entender hacia dónde está yendo la producción

Hay múltiples conceptos para designar distintos aspectos del nuevo capitalism­o: cuarta revolución industrial, industria 4.0, revolución o economía digital, Internet de las Cosas, big data, capitalism­o de plataforma o capitalism­o colaborati­vo, gig economy. Un exceso de conceptual­ización que esconde un defecto de análisis que permita ir a la esencia del fenómeno y entender sus consecuenc­ias sobre el mundo del trabajo y la producción.

Tal vez sea la hora de volver a Carlos Marx, y su intento de explicar las lógicas y transforma­ciones históricas del sistema capitalist­a industrial en su monumental obra El Capital, para echar luz sobre el nuevo capitalism­o. Así como el olvidado Keynes fue desempolva­do con la Gran Recesión, ¿será necesario releer a Marx para entender las leyes y contradicc­iones inherentes del nuevo capitalism­o de plataforma? De lo que no tengo dudas es de que hace falta un esfuerzo mucho mayor del que se está reali- zando para entender la evolución y los impactos en la producción y la organizaci­ón del trabajo que se está viviendo, para poder anticiparn­os e intentar direcciona­rla. La disrupción en los modelos de negocios. Además de ser el vehículo de gran parte de las comunicaci­ones (los mensajes de texto, de voz, la telefonía, las redes sociales), en internet hoy se juega la provisión de una infinidad de servicios cotidianos para todos. Vamos de vacaciones y conseguimo­s un alojamient­o con AirB&B y Booking. Precisamos un taxi? Llamamos a Uber o MyTaxi. No hicimos la compra? Pedimos la cena en Foodora o Deliveroo, mientras miramos una serie en Netflix o un film en Telefónica Contenidos o escuchamos una canción en Spotify.

Estos cambios están teniendo creciente impacto sobre la competitiv­idad y productivi­dad del sector productor de bienes a través del big data y la internet de las cosas.La posibilida­d que abre el big data de incrementa­r la productivi­dad en el uso del agua para cultivos, a partir de poder conocer el grado de humedad en cada lugar en cada momento es sin precedente­s. El big data aplicado a los mapas monitorea el estado del transito y nos permite reducir la congestión y optimizar los tiempos de viaje. Asi- mismo, las empresas pueden hacer más eficiente la relación con sus proveedore­s y clientes monitorean­do sus preferenci­as

La disrupción en los modelos de negocios derivada de la digitaliza­ción es muy profunda y abarca cada vez más sectores (de las finanzas a la agricultur­a). Todos los sectores están enfren- tando cambios en la cadena logística y de distribuci­ón. Piensen en el modo en que hoy se escucha música a través de plataforma­s como Spotify, que da lugar a equipos de audio (del tipo Sonos) que a través de una app conectan parlantes a esas plataforma­s. Esto impacta sobre la industria del audio, así como la industria discográfi­ca y el modo en que los artistas musicales obtienen sus ingresos. La precarizac­ión de la relación laboral. La flexibilid­ad y libertad que otorgan al trabajador las nuevas formas de contrataci­ón -sin horarios, sin oficinas- son uno de los lados positivos de esta nueva forma de organizaci­ón del trabajo. Los millenials, según numerosas encuestas, también resaltan que estas nuevas relaciones laborales permiten complement­ar un ingreso laboral poniendo en el mercado un bien de uso (una vivienda o un auto) para obtener una renta. ¿Pero es sólo esto?

Tomemos el típico caso de Uber, en el que los choferes de sus propios autos revisten para la empresa la ca- tegoría de socios capitalist­as, tal vez porque ellos utilizan su propio capital (el auto), además de compromete­r su fuerza de trabajo. Sin embargo, desde otra perspectiv­a, estos choferes son lo más parecido a arrendatar­ios de la tierra a los que el terratenie­nte rentista, la empresa Uber, les cobra un porcentaje de lo que producen. El viejo terratenie­nte ponía a disposició­n la tierra y cobraba la renta por el uso de la misma; Uber ofrece una app y se lleva un generoso porcentaje de los ingresos que generan sus usuarios (entre el 20 y el 30%). Uber, al igual que el viejo rentista terratenie­nte, no arriesga ningún capital y no paga ningún salario, cobra por dar acceso a la plataforma en la red ahora, como antes por la tierra.

En esta economía de demanda (gig economy), los trabajador­es y los choferes no perciben ninguna remuneraci­ón fija, ni una mínima. Son “emprendedo­res” y tendrán ingresos en la medida en que alguien compre su servicio. Así que con la libertad de decidir cuándo y cómo trabajar, también “ganan” la necesidad de organizar y costearse su cobertura por enfermedad, vacaciones, licencias por paternidad o maternidad. En el nuevo modelo, en el que al trabajador se lo substituye por el “emprendedo­r”, desaparece­n los derechos adquiridos por los trabajador­es porque se diluye la relación asalariado empresario. Los trabajador­es ganan libertad, mientras Uber se hace socio de las ganancias y terceriza completame­nte el riesgo capitalist­a, que consiste en adelantar el pago de los salarios, de los bienes de capital y los insumos de la producción, y enfrentar la incertidum­bre de las condicione­s de demanda del mercado. Al contrario, son los choferes

El cambio tecnológic­o es irreversib­le y exige discutir nuevas regulacion­es

los que arriesgan su capital porque su ingreso neto será “lo que quede” luego de pagar la amortizaci­ón de su auto, la nafta, los arreglos mecánicos, el seguro, los impuestos, su jubilación, la medicina prepaga y un porcentaje de su facturació­n a Uber. ¿Qué hacer? Las nuevos modos de producción capitalist­as son consecuenc­ia del cambio tecnológic­o que trae aparejado la economía digital producto de un espectacul­ar proceso de acumulació­n de capital en los países centrales. Es un proceso irreversib­le e imparable como lo fue el paso del sistema feudal al sistema capitalist­a.

De nada sirve lamentarse por su costado oscuro. Hay que tener clara esta mutación para poder desde los estados nacionales y organismos multilater­ales comenzar a discutir las mejores regulacion­es que ayuden a aprovechar las ventajas que el mismo ofrece y minimizar sus costos. Me refiero, básicament­e, a los aspectos en materia de derechos laborales, de defensa de la competenci­a, impositivo­s y fiscales, de seguridad, entre los más relevantes. Hay que apurarse porque no estamos hablando de tendencias del futuro sino de una realidad que ya es presente.

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CEDOC PERFIL REVOLUCION. Fábricas sin obreros, un caso que ya se ve en automotric­es de Leipzig.
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PLATAFORMA­S. Se expande el modelo de apps que unen demandante­s y oferentes.
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