Viejos son los trapos, no los coches
CARS 3
Título: Cars 3 Dirección: Brian Fee Guión: Brian Fee, Ben Queen, Eyal Podell, Jonathon E. Stewart, Kiel Murray, Bob Peterson y Mike Rich Intérpretes (voces originales en inglés): Owen Wilson, Cristela Alonzo, Chris Cooper, Tony Shalhoub y Nathan Fillion Origen: Estados Unidos (2017) Duración: 102’
Llegan las vacaciones de invierno y los adultos tiemblan ante los posibles bodrios que deberán soportar, estoicos, junto a sus criaturas que no dejan de comer pochoclo. Reglas del mercado: niños con más tiempo libre son carne de cañón de las recaudaciones, y los productores se apuran a sacar películas que sirvan de cebo para las víctimas. Así, las salas de cine se llenan de películas olvidables –o memorables por lo malas–, productos prefabricados con la leyenda “para toda la familia” (ver, en esta misma página, debajo, la crítica de Cantantes en guerra).
Disney, como generadora de films, no siempre escapa a esa triste tendencia. Aunque Cars 3, vamos a las buenas noticias, es un gran ejemplo de cómo se puede hacer una película que sirva para recaudar en vacaciones sin venderle el alma al diablo de la mediocridad. Porque, hay que admitirlo, está la lógica marketinera de “tenemos que vender muñecos para reforzar las cuentas” –en esta edición pueden comercializar hasta tres variaciones del coche Rayo McQueen–, pero también está ese “algo más” tan difícil de definir que hace a las películas con ganas de ser películas y no meros vehículos recaudatorios.
Cars ha crecido con su público: la primera era destinada a menores de hasta 5/6 años, la segunda un poco más grandes y con esta tercera ya se deja ver, con gusto, por todas las edades. Si bien a la historia le cuesta arrancar y estira demasiado la introducción –y uno como espectador suponga con pánico que Cars 3 será una mezcla de Rocky III y IV y que en cualquier momento se oirá en la banda de sonido la cancioncita de El ojo del tigre–, superado el primer tercio, iniciada la travesía iniciática de Rayo McQueen y sus compañeros, empieza el verdadero placer. Ingenio, buena fe y talento brillan, con una brillante vuelta de tuerca final, que no por un poco previsible resulta menos efectiva y emocionante. Todo indica que habemus Cars para rato, y eso está muy bien.