JOYA BALCANICA
Con una Fiesta de la Cerveza en agosto y festejos especiales para Año Nuevo, la ciudad más próspera de los Balcanes refuerza su destino turístico. Precios bajos, impronta cultural y cruceros fluviales.
Con impecables credenciales culturales y sobre las orillas de dos ríos, Sava y Danubio, Belgrado deja en los museos su pasado turbulento y se abre al turismo.
Un moscaico de 27 siglos de civilizaciones superpuestas. Eso es Belgrado, la capital serbia, una ciudad europea, ignorada durante mucho tiempo, está atrayendo tanto a personas mayores que quieren visitar una ciudad histórica al margen de los caminos trillados, como a jóvenes mochileros que buscan comida buena y barata, y diversión. Los filipinos y varios otros grupos de turistas se encuentran alrededor de la fortaleza durante una buena parte del primer día. Contemplan la puesta de sol sobre Nueva Belgrado y los dos grandes ríos, el Sava y el Danubio, que confluyen 30 metros más abajo, al oeste, mientras que al este resplandecen en una luz dorada los altos muros de ladrillo de la fortaleza. Para tener una vista panorámica aún más amplia hay que subir a la Dizdareva Kula, una atalaya sobre la entrada este de la fortaleza que hace las veces de observatorio durante la noche (30 dinares, es decir unos 28 centavos de dólar). Por el río Sava, de 900 kilómetros de longitud, empequeñecido por la anchura de un kilómetro del Danubio, cruceros de lujo llevan a Belgrado a cientos de turistas, que en su mayoría realizan un viaje por la parte baja del Danubio, desde Budapest hasta el mar Negro. La mayoría de ellos son alemanes,
franceses, estadounidenses, escandinavos y británicos, y varios de ellos están bien preparados para hacer preguntas que les permitan conocer mejor Belgrado y Serbia, dice el dueño de la agencia de viajes Explore Belgrade!, Srdjan Ristic. “Ellos vieron Belgrado en los noticieros durante la Yugoslavia de Tito y después durante la Serbia de Milosevic. También vieron cómo la OTAN bombardeó esta ciudad en 1999”, explica Ristic. “Ahora vienen para reconocer este lugar y escuchar la historia reciente”. La ciudadela de Kalemegdan es una visita obligatoria, gratuita y muy accesible desde el centro de Belgrado. La fortaleza sólo es uno de los muchos lugares de interés histórico de esta ciudad de 1,7 millones de habitantes. Muchas personas interesadas en la historia también se dirigen al Museo de la Historia de Yugoslavia, que todos llaman “El Museo de Tito”. El mariscal Josip Broz Tito convirtió Yugoslavia en una variante más suave, sui géneris, de un Estado comunista de Europa del Este, buscando un camino propio entre los grandes bloques militares durante su largo régimen, desde la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte en 1980. Otro lugar turístico popular es el Museo Nikola Tesla, dedicado a uno de los más grandes inventores del siglo pasado. Aunque Tesla murió en Estados Unidos, la urna con sus cenizas se encuentra en el museo. Después de una jornada de cultura e historia, muchos turistas se desplazan al barrio adoquinado de Skadarlija, que está de moda, para probar platos locales mientras escuchan música antigua belgradense. Incluso en los restaurantes de lujo de Belgrado los precios son módicos para estándares occidentales. “¡Amigo, la comida es estupenda y tan barata!”, dice eufórico Matt, uno de los muchos australianos que visitan la ciudad en buses turísticos por Europa del Este. Además de la comida y la cerveza baratas, Belgrado atrae con varios festivales a los que acuden miles de serbios, tales como la Fiesta de la Cerveza en agosto y los festejos por el Año Nuevo. Si nada de lo anterior alcanzan a convencerlo, conviene acudir a los tinglados para barcos a orillas de los dos ríos, que están abiertos durante toda la noche y donde resuena, sin restricciones acústicas, música de todos los géneros, desde rock clásico hasta turbo- folk balcánico. Aunque es un destino cada vez más buscado, Belgrado todavía no es más que un puntito en el mapa europeo del turismo. En 2016 visitaron la capital serbia unos 950.000 turistas, la mayoría de ellos procedentes de Turquía, Croacia, Grecia, Eslovenia y Bulgaria. A modo de comparación: el mismo año, Praga recibió a siete millones de turistas, Budapest a cuatro millones y Barcelona a 32 millones.
El Museo Nikola Tesla, alberga las cenizas del gran inventor