Crecen los teatros que eligen ser esponsoreados por empresas
Otro de los notorios cambios que se ya observan en la avenida Corrientes es la consolidación de las salas teatrales acompañadas de marcas de empresas privadas.
Se trata de una estrategia de marketing no tradicional, denominada naming rights, que si bien en diferentes ciudades del mundo se viene ejecutando desde hace varios años, en Buenos Aires tomó fuerza en los últimos tiempos. Por ahora tres teatros adoptaron esta modalidad de auspicio: el Opera Orbis, el Metropolitan Sura y El Nacional Sancor Seguros.
Por lo general la duración de los contratos oscila entre tres y cinco años. Además de la visibilidad que le aporta a la empresa en la marquesina del teatro, las compañías que apuestan por esta estrategia se benefician con disponibi- lidad de tickets, preestrenos exclusivos, y la posibilidad de realizar funciones especiales para sus clientes y empleados.
“No me parece una mala idea, al contrario. Sobre todo si es un acuerdo entre privados y sirve para acompañar la actividad teatral. Pero debe preservarse el nombre propio de la sala, más aún si son emblemáticos de la cultura teatral porteña”, asegura el productor y dueño de varios
teatros Carlos Rottemberg. “De todas maneras hay que tener en cuenta que una cosa es auspiciar el ámbito teatral, y otra sumar el apellido de una marca al nombre del teatro. Una cosa es estar de novio y otra estar casado”, agrega.
El primero de los teatros en adoptar esta iniciativa fue el Opera hace casi una década. En un primer momento asoció su nombre a una entidad bancaria, el City, y luego se unió con aseguradoras. Ahora lo hace con Orbis Seguros. “Con el naming las empresas se garantizan la presencia de su marca en más de doscientos shows al año. Acompañar el nombre de un teatro le da una visibilidad muy distinta a la publicidad tradicional”, se- ñala Carolina Torras de T4F, la empresa dueña del Opera.
Ignacio Laviaguerre, dueño junto con Adrián Suar y Diego Romay del recientemente inaugurado teatro El Nacional Sancor Seguros, sostiene que “la inversión de estas características que realiza una empresa no implica el reemplazo de la taquilla ni condiciona los espectáculos que allí se representan”. Para Laviaguerre, el naming es una tendencia que llegó para quedarse. “Es un acuerdo que les conviene a ambas partes, el beneficio es mutuo ya que el nombre es uno solo. Ligar una compañía a un nombre emblemático y reconocido de la cultura siempre es positivo”, finaliza el empresario.