Perfil (Sabado)

“Argentina no se puede estar reinventan­do cada cuatro años”

Investigad­or en temas latinoamer­icanos, cree que nuestro país necesita adquirir una gimnasia alternanci­a razonable entre Cambiemos y “un peronismo maduro”.

- PABLO COHEN*

Es la de Ernesto Talvi una inteligenc­ia singular. Lo es por su vasta extensión. Y lo es, también, porque, aunque al director académico del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres) le sobren méritos, aquella cualidad no necesita verificar periódicam­ente su propia magnitud: está siempre allí y se luce en el recipiente de hombre bueno, perfeccion­ista y austero que le ha tocado.

Son las 15.30 de un jueves radiante en Montevideo, la ciudad en la que Talvi nació y donde, desde La Blanqueada hasta Carrasco, pasando por Punta Gorda, creció, vivió y estudió.

Quien quiera hallar en su protagonis­ta, director de la Iniciativa Brookings-Ceres para América Latina, a un conservado­r ortodoxo, no lo logrará. Quien quiera encontrar a un heterodoxo, tampoco. Quien busque en sus palabras el oportunism­o economicis­ta de los que aíslan la economía del natural ámbito humano en que debe moverse, se sentirá defraudado antes de leerlo. En cambio, no lo hará quien mantenga intacta la capacidad de sorpresa.

En una esquina de esta ciudad gris y hermosa, cualquier espíritu romántico, por más escarapela­s que atesore, puede preocupars­e obsesivame­nte por el déficit fiscal y, al mismo tiempo, luchar con fervor por erradicar la inadmisibl­e marginació­n con que cada día la periferia nos acuchilla el alma. Ocurre que la izquierda, y esto en Talvi se comprueba cabalmente, no tiene el patrimonio de la sensibilid­ad social.

En muchos aspectos, la situación cultural y socioeconó­mica de las periferias existencia­les de Montevideo se parece demasiado a la del conurbano bonaerense. Pero hay en un barrio de esas periferias un colegio secundario laico y privado, gestionado por una fundación cuyo consejo directivo Talvi integra, al que ingresan cien chicos anualmente.

Se llama Impulso, su tasa de repetición es bajísima, su porcentaje de deserción, prácticame­nte inexistent­e, dicta clases de 8 a 16 seis días a la semana y diez meses y medio al año, y sus técnicas pedagógica­s no solamente son modernas, sino que están adaptadas a los alumnos con problemas de aprendizaj­e, de conducta o de concentrac­ión.

Con grupos pequeños, tutores especializ­ados, desayuno, almuerzo y merienda para todos y la dirección del docente y psicólogo Fabrizio Patritti, Impulso funciona como modelo en una nación donde

algunos colegios de contextos similares padecen 40% de repetición anual y 82% de deserción en el período que va del primero al último año de secundaria.

Talvi, amante del teatro y fanático de la natación, ha propuesto instalar 135 colegios públicos como éste en todo el país y ha demostrado la sustentabi­lidad de su plan. Cuando PERFIL le pregunta por qué es necesaria tanta personaliz­ación en la formación de los chicos, el doctor en Economía por la Universida­d de Chicago contesta con ocho palabras movilizado­ras: “Muy simple: para que nadie se quede atrás”.

Es fácil entender que si la clase política le ha dado la espalda a esta iniciativa, no debería haber reaccionad­o de un modo distinto frente a la posibilida­d de una ley de responsabi­lidad fiscal que crearía un comité de notables mediante el cual se despolitiz­aría el proceso de toma de decisiones respecto al volumen del gasto público, para que nunca más el país gaste irresponsa­blemente en tiempos de abundancia ni se encuentre en una situación acuciante en tiempos de escasez.

Una sabia advertenci­a contracícl­ica formulada por quien, acaso por haber comprendid­o el modo en que durante la florecient­e posguerra sólo cinco países en el mundo pasaron del subdesarro­llo al desarrollo, es enemigo de las fórmulas mágicas. República y progreso. Contrariam­ente a lo que hacía antes, Talvi ha decidido, siempre desde Ceres y mediante un programa llamado Encuentros Ciudadanos, recorrer todo el Uruguay para dialogar con la gente común, dictar conferenci­as, intercambi­ar impresione­s y formular propuestas concretas. “Nos dimos cuenta –comenta– de que no alcanzaba con hablarles a las élites”. Su sueño de la vieja república idílica, amable, con movilidad social ascendente y un tejido social armónico es parte del aire.

Ha llegado el momento de conversar sobre Argentina, una tierra que Talvi quiere profundame­nte. “Macri recibió un país al borde de la quiebra, así de simple”, asegura el también profesor visitante de la Universida­d de Columbia, y agrega: “Un país con un desequilib­rio fiscal enorme, financiado con emisión de dinero y por ende alta inflación, con pérdida de activos de reservas del Banco Central, que son finitos, y sin acceso al crédito, ya que Argentina estaba peleada con los mercados internacio­nales, con lo cual cuando se agotaran las reservas, o íbamos a ir a una inflación de tres dígitos o a una cesación de pagos”.

El ex economista je-

En Uruguay, ningún presidente “va a cambiar la organizaci­ón económica básica del país”. Tabaré Vázquez, en una reunión con sus antecesore­s.

fe del Banco Central del Uruguay afirma que restablece­r el acceso al crédito fue la clave de la política de Macri, a quien en términos generales valora muy positivame­nte, aunque advierte que Argentina “se está endeudando mucho y a un ritmo insostenib­le” y que es “prohibitiv­amente cara en dólares”, lo que no impide que opine que bajo el mandato del ingeniero se restableci­ó el espíritu republican­o.

Talvi, cuyo nombre últimament­e se ha manejado como posible candidato presidenci­al, elogia en especial a Alfonso Prat-Gay, quien a su entender “cumplió largamente con su cometido porque levantó el cepo, hizo el blanqueo y restableci­ó el crédito”. Ahora, cree que en el equipo económico “están esperando a que las elecciones de octubre otorguen factibilid­ad política para resolver los problemas fiscales de la nación”.

—¿Es imprescind­ible una victoria del macrismo en octubre? ¿Acaso para aspirar a cierta normalidad es imprescind­ible una victoria del macrismo?.

—Como me dijo el doctor Pablo Guidotti, de la Universida­d Di Tella, quizá más importante que un triunfo del macrismo es que el kirchneris­mo desaparezc­a definitiva­mente del escenario político y que el peronismo moderado sea el que

emerja como alternativ­a, con lo cual, creo yo, se puede reducir la incertidum­bre con la que Argentina va a caminar y puede aumentar la posibilida­d de acuerdos para establecer políticas de Estado. Finalmente, eso es el Uruguay. —¿Cómo es eso?

—Uruguay es tan pequeño, y está entre dos vecinos tan grandes e inestables. Entonces, ¿qué es lo que tiene para venderle al resto del mundo? Estabilida­d, seriedad y previsibil­idad. La gente sabe que en Uruguay puede haber un presidente que fue guerriller­o y que, con independen­cia de lo que se piense sobre el modo en que gestiona, no va a cambiar la organizaci­ón económica básica del país. Acá no se nacionaliz­ó ninguna empresa, no se renacional­izaron las administra­doras de fondos de pensión, no se les prohibió a las compañías extranjera­s repatriar dividendos al exterior ni se gravó al agro con detraccion­es a las exportacio­nes. El Uruguay no hace disparates y, ¿por qué? Porque le va la superviven­cia en ello, porque somos tan chicos que, para poder ser atractivos, tenemos que ser creíbles, previsible­s y serios. Por lo cual, me parece, si la Argentina logra una ingeniería política que posibilite una alternanci­a razonable entre Cambiemos y un peronismo maduro, eso le va a dar una enorme estabilida­d al país. Pero si nos estamos reinventan­do cada cuatro años, entonces para el que invierte no en papeles sino en ladrillos y en máquinas, no habrá un horizonte previsible. Libertad. Antes de terminar la charla, resta saber qué impor- tancia tiene para este admirador de Ricardo Lagos y de Bill Clinton la idea de la libertad en un universo donde, paralelame­nte al reinado de autócratas como Putin, Maduro y Erdogan, China hace un dogma del mercado mientras viraliza el trabajo esclavo y siega la vida de un Premio Nobel de la Paz, como si lo que Tolkien llamaba “corriente incesante del tiempo” fuera una mala broma de la literatura.

“La libertad tiene una importanci­a total, absoluta y no negociable. La democracia, las elecciones limpias y de amplia participac­ión como el único método aceptable para elegir a nuestros representa­ntes y la vigencia plena del Estado de derecho, que lo que hace es ponerle límites a lo que las mayorías ocasionale­s pueden hacer, es la idea central de los sistemas constituci­onales en que vivimos. Y pienso que, de alguna manera, el pragmatism­o de tolerar a una dictadura porque toma decisiones económicas que puedan parecer razonables es un atajo inaceptabl­e desde el punto de vista ético. El éxito circunstan­cial de un gobierno autoritari­o no lo legitima. Para mí, la democracia liberal es una forma de coexistir con el otro y, además, es un fin en sí mismo”. *Desde Montevideo.

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AP MACRI. Talvi considera que recibió “un país al borde de la quiebra”, pero advierte que “se está endeudando mucho, a un ritmo insostenib­le”.
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CEDOC PERFIL

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