Terror made in Rusia se pierde en un guión mediocre que no seduce
Título original: Nevesta Dirección y guión: Svyatoslav Podgayevskiy Intérpretes: Victoria Agalakova y Vyacheslav Cheperchenko Origen: Rusia Duración: 93’
En una primera instancia, en sus primeros pasos de género, la rusa La novia parece realizar un amague: sin ser una producción norteamericana de género, cuida la estética que un diseño de producción grandilocuente necesita. Eso no implica grandes sets, pero rápido, sin dudarlo, nos sabe ubicar en ese terreno donde una futura novia visita la casa de su familia política y, claro, todo termina siendo un poco más escabroso de lo que el evento en cuestión ya implicaba.
Rápido, y con una simpleza potente, la historia de una novia que empieza a vivir de forma tétrica cada centímetro de esa casa y los rituales que empiezan a rodearla, logra adquirir cuerpo. Pero donde las visiones conseguían un sincero terror y donde la tensión de “nada es lo que parece” lograba conectar caricaturas con ideas, inmediatamente todo se cae por su propio peso mosca.
En esos primeros minutos, la película de Svyatoslav Podgayevskiy parece plenamente consciente de los tics ajenos, y se va cuidando de los propios, seguro. La casa, la forma de filmarla, los climas, el uso del “basado en hechos reales” como anabólico para el terror: todo parece apuntar a un recorrido pleno por el terror seco. Pero el problema es que a medida que todo avanza, cuando los pasos ya no deben ser de distancia sino para afirmar convicciones en el instinto animal pero arquitectónico del género, es donde La novia empieza a ponerse anémica.
Entonces aquello que era un idea poderosa termina diluyéndose no sólo en lugares comunes (un lugar que el terror sabe aprovechar) sino en la falta de confianza: la música exagerada, casi tóxica con efectos visuales que realmente saben jugar con la premisa, y la maraña del guión, que se perdió la lección de simpleza que dio El conjuro.