TRANSFORMERS 5
Título original: Transformers: The Last Knight Dirección: Michael Bay Intérpretes: Mark Walhberg Duración: 149’
Suele dividirse el cine, de forma mentecata, entre una forma más elevada, que toca “temas”, y el cine más plenamente espectacular, a base de franquicias y nostalgias. Michael Bay en su quinta película basada en los juguetes de Hasbro realiza algo que refuerza “la grieta” cinéfila: todo aquello que alguien que odia de un tanque de Hollywood, puede verse en Transformers 5. Lo que en otras películas va y viene, a veces quedándose más del lado del hedonismo sentido ( Spider-Man: De re
greso a casa) o del lado de las películas sentidas pero rígidas ( Wonder Woman), aquí directamente camina sin vida. El absurdo de robots que son parte de un orden que va al Rey Arturo y que implica un desfile de sinsentido que podría ser fiesta aquí parece más la sustracción del alma de todo aquello que Mark Wahlberg, robots gamberros y un mundo donde Anthony Hopkins tiene un mayordomo steampunk. Todo parece hervido: magro, sin vida, pero sí con piel, rebosante de un sentido del espectáculo que nunca puede con un músculo de cine. Bay no puede con su opus magnum de gigantismo. El cine no sabe cómo darle vida. Es el triunfo del cine con imágenes sin peso: se trata de un ensayo sobre cómo apagar los impulsos y anticuerpos del Hollywood descontrolado. Podría ser una obre/broma que miente ser un objeto obeso de peleas cool en ralentí e ideas lunáticas para ser diversión. Y no. Es el discurso que hace religión a un cine que no sabe siquiera cuáles son sus mejores piezas.