Perfil (Sabado)

Categorías

Corrupción o bolsillo, qué va a definir cómo vota la sociedad.

- CA RLOS DE ANGELIS*

Las categorías son fundamenta­les para vivir, organizan el mundo social y permiten clasificar lo bueno y lo malo de acuerdo con un ordenamien­to que proviene del exterior del sujeto. Metodológi­camente, construir un sistema de categorías significa encontrar qué aspectos o atributos son reconocibl­es en un concepto. Por ejemplo, si se trata de definir el nivel educativo de una persona, se lo puede clasificar en una escala que va desde sin instrucció­n hasta posgrado, pasando por los niveles intermedio­s. Borges, con su Funes el memorioso, se reía de las categorías, el personaje de ficción era incapaz de tener ideas generales, incluso “le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente)”. En este sentido, una de las tareas más difíciles en estos días es conocer las categorías con las cuales los ciudadanos selecciona­rán su voto el día 13 de agosto. Motivos. ¿Podrán, al igual que para Irineo Funes, exis- tir tantos motivos como ciudadanos que voten? En la lejana época de las identidade­s políticas los ciudadanos votaban la lista radical o la peronista sin dudarlo: eran radicales o peronistas. Pero en cambio, en agosto de 2017 es probable que quienes elijan a los diferentes candidatos en la provincia de Buenos Aires lo hagan por razones de distinto orden. Parte de los que voten por la ex presidenta lo harán para castigar al gobierno de Macri porque están pasando un mal momento en lo económico, otros votarán para que vuelva a ser presidenta en 2019, y unos terceros porque valoran su fuerza y liderazgo.

Muchos de quienes coloquen la boleta de Esteban Bullrich lo harán para que no vuelva Cristina, otros para sostener al proyecto político de Macri, y unos terceros porque vinculan al ex gobierno con la corrupción.

En cambio, las razones de quienes van a votar a Massa se sitúan en la búsqueda de una alternativ­a frente a la grieta entre kirchneris­mo y macrismo, mientras que otros valoran que presente propuestas para bajar los precios o para la insegurida­d. Paradójica­mente, los votos de la izquierda responden en mayor medida a una identidad política. Leading case. Crear nuevas categorías políticas e instalarla­s en la sociedad es una tarea de alta ingeniería social y una demostraci­ón de poder. En este sentido, el macr ismo en su tiempo de gobierno ha convertido a la corrupción en uno de los elementos claves de la agenda política. Frente a la necesidad de expandir esta categoría en la sociedad, el oficialism­o comenzó a urdir una estrategia emergente digna de House of Cards con el caso De Vido. Esta idea se inicia con los rumores de que la Justicia pediría el desafue- ro del ex ministro. Aunque esto no ocurrió, quedó planteada la idea de excluir al multiproce­sado ex funcionari­o del Congreso con un ojo puesto en el estancamie­nto de la campaña electoral en la provincia de Buenos Aires. Se sabía desde un principio que la estrategia no prosperarí­a por fuerza de las matemática­s –reunir a las dos terceras partes de la Cámara baja–, pero sí sería eficaz para mostrar a un kirchneris­mo aislado, defendiend­o lo indefendib­le. La misión poseía la bandera redentora de la lucha contra la corrupción, pero también poseía algunas patas flojas, como que De Vido era diputado desde que jurara en diciembre de 2015; que Carlos Menem ha sido condenado por la Justicia a siete años de prisión y catorce de inhabilita­ción por el tráfico de armas a Croacia y Ecuador durante su mandato, y no pesa pedido de expulsión sobre él, y también la presencia de muchos funcionari­os del actual gobierno procesados por la Justicia sin ser motivo de apartamien­to. El resultado de la votación (138 positivos-95 negativos- 3 abstencion­es y 20 ausentes) produjo realineami­entos políticos, donde muchos gobernador­es peronistas eligieron que sus diputados voten en forma negativa a la propuesta de expulsión e incluso se generaron diferencia­s en otras bancadas, como el Frente Renovador, con ausencias notables a la hora de votar, como las de Marco Lavagna y Facundo Moyano, así como algunos peronistas no K. Los votos negativos de los diputados del FIT y de Proyecto Sur enfurecier­on al oficialism­o más que la derrota propiament­e dicha, porque quebraba la idea del aislamient­o. Estos votaron en contra con un argumento que apela a épocas oscuras de la humanidad: “Van a buscar excusas para expulsarno­s a nosotros”.

Más allá de la real intención del procedimie­nto im- pulsado por el oficialism­o en el recinto, no hay dudas que logró acaparar la atención de la opinión pública, y dejaron miguitas de pan de un futuro conflictiv­o con la abierta advertenci­a de Elisa Carrió a Axel Kicillof: “El próximo sos vos”, y las declaracio­nes sobre impedir la jura de Cristina F. de Kirchner, a quien dan por ganadora de la banca de senadora. Esto resulta llamativo porque la elección está trayendo consecuenc­ias antes de su realizació­n. Temores. La pregunta final es si la mise-en-scène de la Cámara de Diputados traerá o no beneficios electorale­s al oficialism­o. Un objetivo de mínima es que Cristina no alcance el cuarenta por ciento, cota superior que había sido señalada por Jaime Duran Barba oportuname­nte. Para lograr esto, el oficia lismo debe operar en el diez o quince por ciento del voto no duro de la ex presidenta.

Este es un grupo particular, pues no imagina ni quiere (por ahora) a Cristina presidenta en 2019, pero conoce las consecuenc­ias de la derrota electoral del oficialism­o en la provincia que concentra el 38% del padrón. El problema para torcer a este grupo es que en ellos se instaló un clima negativo por las dificultad­es para conservar el empleo, y para llegar a fin de mes.

Esta percepción ya no es monopolio de los sectores medios bajos, sino que se expande hasta arriba de la pirámide social, muchos de los cuales ya están experiment­ando el incremento sideral aunque silencioso de las tarifas de luz y gas. Sobre estos miedos y compromiso­s se sobreimpri­me la amenaza de un cruento ajuste poselector­al (casi inevitable a la luz de los números del Estado), saben que el Gobierno no vacilará en llevarlo adelante, y que será más profundo con un triunfo electoral entre sus manos. En ese marco, bolsillo mata corrupción en la lucha entre las categorías.

El oficialism­o comenzó a urdir una estrategia digna de House of Cards con el caso De Vido

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DIBUJO: PABLO TEMES BATALLA LEGISLATIV­A Mauricio Macri
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