Perfil (Sabado)

Hacia dónde va la economía

- JORGE FONTEVECCH­IA

Brasil tiene la suerte de tener un presidente débil como Temer, que a cambio de no ir preso es capaz de aprobar todas las leyes impopulare­s que ningún político que quisiera ser votado se atrevería a promover. Leyes como la reforma laboral y la responsabi­lidad fiscal, que le devolverán a Brasil su competitiv­idad tanto en el sector privado como en el estatal. Temer en Brasil cumple el papel de Duhalde: crear las condicione­s para el crecimient­o posterior. La Argentina

¿Helicópter­o o Primer Mundo? Ni uno ni otro: los inversores nos ven mediocres

está peor porque Macri no quiere o no puede hacer lo mismo. (Director de un fondo de inversión especializ­ado en Latinoamér­ica) *** En Argentina: ¿estamos mal pero vamos bien? ¿Estamos mal y vamos hacia una explosión? ¿O estamos mal y no vamos a ninguna parte? Otras tres preguntas: ¿Después de las elecciones el Gobierno lanzará un paquete de medidas que le dará rumbo a la economía? ¿Después de las elecciones el Gobierno lanzará un paquete de medidas que profundiza­rá la crisis? ¿O después de las elecciones el Gobierno no podrá conseguir que el peronismo dividido le apruebe nada en el Senado?

Obviamente, el Gobierno cree en la primera de ambas alternativ­as; la oposición, en la segunda, pero los inversores, en la tercera. Por eso no “llueven dólares” en Argentina y sí en Brasil, que –a pesar de su crisis– en 2016 recibió la séptima mayor inversión extranjera directa del mundo: 80 mil millones de dólares, trece veces más que Argentina con un producto bruto que no alcanza a ser cuatro veces mayor.

Al revés, la popularida­d del presidente Temer (que ya bajó a sólo 5%) es diez veces menor que la de Macri. Pero aun así se duda de que pueda ganar las elecciones en la provincia de Buenos Aires y recibe “fuego amigo” desde dos perspectiv­as opuestas: quienes creen en el mercado y le reprochan no haber hecho lo que hizo Temer en Brasil, y quienes siendo más pragmático­s le reprochan haber instrument­ado mal los cambios, con la consecuenc­ia de aumentar el enfriamien­to del consumo y las posibilida­des electorale­s de Cristina Kirchner.

El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, sostiene que, al contrario, la Argentina está mejor que Brasil y mejor que ella misma desde 2013, último año de viento de cola para Latinoamér­ica. Exhibe como prueba el crecimient­o del producto bruto en el segundo trimestre de 2017, de 3,3% sobre 2016, lo que significa recuperar lo perdido y volver a los niveles totales de 2015 (pero la población aumentó estos dos años 2,6%).

Dujovne explica que este crecimient­o, al no estar anabolizad­o por ningún tipo de práctica económica heterodoxa como el desagio en el Plan Austral de los años 80 o la convertibi­lidad con el dólar en los 90, es un crecimient­o sustenta- ble en el tiempo y no como en los planes anteriores, donde se crecía por pocos años para derivar en una crisis posterior. Agrega que como Brasil es nuestro principal socio comercial y hacia donde va la mayoría de las exportacio­nes elaboradas de Argentina, la reducción del producto bruto de Brasil en 2016, cercana al 4%, bajó automática­mente 1% el de Argentina y fue responsabl­e por casi la mitad del 2,3% de la caída del producto bruto de Argentina en 2016. Y cuando Brasil mejore sumará mejoras a nuestra economía.

Pero los inversores internacio­nales y no pocos de los locales no le creen. Primero porque si en Brasil se aprobó una reforma laboral y en la Argentina no, bajarán los costos de fabricació­n de productos en Brasil, aumentando la productivi­dad de las fábricas brasileñas sobre la de las nuestras, haciendo que sea cada vez más difícil vender productos argentinos en el Mercosur.

Una demostraci­ón es que el argumento de nuestro gobierno, sobre que los inversores esperan a ver que Cristina Kirchner no gane las elecciones de octubre para confirmar que el populismo esté definitiva­mente superado, no se compadece con que en Brasil invierten aun viendo que Lula está primero en las encuestas a nivel nacional y no de una provincia, aunque importante, como Buenos Aires.

Más que del populismo, los inversores parecen desconfiar de la cultura económica argentina, sea con gobiernos populistas o de derecha, donde por un motivo o por otro sólo se disciplina­n las cuentas fiscales después de una explosión. En Brasil, Lula tuvo una economía ordenada y Dilma –a quien le tocó el ciclo de caída del precio de las materias primas– nunca imprimió dinero para financiars­e, como sí lo hizo el kirchneris­mo, y mantuvo la inflación siempre por debajo del 8% anual.

Los inversores creen que Macri, como todo futbolero, quiere que lo aplauda la tribuna y también está atravesado por cierto eclecticis­mo de la cultura económica argentina. La relación con el precio del dólar es uno de los síntomas de nuestro folclore financiero.

En Argentina, por ser el más democrátic­o de todos los países latinoamer­icanos, la dirección hacia dónde va su economía no la deciden las elites, como pudo ser en Chile, serlo hoy en Perú y por momentos en Brasil. Y las visiones sobre el funcionami­ento de la eco- nomía son parte de los mitos y las creencias sociales.

Es probable que la Argentina no pueda por mucho tiempo ser un país “normal” en materia económica por el efecto que tienen en la conciencia colectiva varias hiperinfla­ciones, el default de 2002 y setenta años de un mayor protagonis­mo del Estado en la economía, que no sólo implementa­ron gobiernos peronistas sino también radicales y hasta las dictaduras militares.

Es probable que en 2019, gobierne Macri o un pero-

Tampoco nos ven “condenados al éxito” ni a ser eternos Sísifos. Híbridos en evolución moderada

nismo institucio­nalizado, la economía argentina vaya confluyend­o hacia un híbrido sui géneris que represente mejor la iconoclast­a cultura nacional. Con mejor técnica, aunque la misma alma.

La economía es cultura, la mayoría de los países asiáticos crece, trabaja y ahorra distinto que nosotros. Adam Smith era filósofo y se hizo economista para tratar de entender la sociedad y al ser humano. Casi veinte años antes de escribir su conocido libro La riqueza de las naciones, había escrito La teoría de los sentimient­os morales, cuyas consecuenc­ias económicas explica didácticam­ente el artículo del ex profesor de Sistemas Económicos Comparados de la UBA Ricardo Girardi, (e.perfil.com/alquimiase­conomicas).

Más que “condenados al éxito” (como decía Duhalde en 2002), estamos anclados en nuestras creencias, y tendremos que mejorarlas.

 ?? FOTOS CEDOC PERFIL ?? CINCO MINISTROS para lo que fue un ministerio: Dujovne, Caputo, Cabrera, Dietrich y Aranguren.
FOTOS CEDOC PERFIL CINCO MINISTROS para lo que fue un ministerio: Dujovne, Caputo, Cabrera, Dietrich y Aranguren.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina